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De esta generación se dice que son multitarea, que han cambiado la relación laboral con las organizaciones, que les cuesta irse de casa, que hay muchas situaciones sociales que les molestan y por eso los etiquetan como una “generación de cristal”, lo cierto es que tienen una manera distinta de habitar y configurar su hogar. ¿Qué buscan?
Las líneas para determinar quiénes hacen parte de esta generación suelen ser difusas, sin embargo, un panorama frecuente los sitúa como los nacidos entre 1980 y 1995. Definir generaciones ha servido de herramienta para segmentar a la población e identificar cuestiones comunes entre ellos. Así, los momentos históricos que han vivido, las fluctuaciones económicas, las generaciones que los criaron, la transición del mundo análogo al digital, con una relación cercana pero en la que no están completamente inmersos, han determinado las formas en que construyen y habitan los espacios.
“Las personas de esta generación son muy funcionales y con vidas rápidas, lo que hace que estén dispuestos a aprender y a cambiar. En general, suelen ser independientes, aventureros, disfrutan de las plantas, la naturaleza y la lluvia. Tienen una tendencia a valorar el entorno y eso se aplica a las áreas interiores”, cuenta Catalina Šernaitis, diseñadora de interiores y arquitecta.
Por su tendencia a compartir espacios y a valorar las relaciones humanas, buscan hogares pensados para facilitar un estilo de vida en el que la interacción sea posible y cómoda. Por eso, las cocinas de espacio abierto, más fluidas y que se mezclan con otros lugares del hogar se posicionan con fuerza. Además, cocinar es concebida como una actividad que pueden compartir con otras personas.
Precisamente esto ha generado la casi extinción del espacio del comedor como solía conocerse y ha migrado a nuevos lugares en los que, por ejemplo, la barra de la cocina cumple varios usos: comer, trabajar, estudiar, leer y hasta jugar.
“Es una generación muy práctica, necesita todo a la mano”, dice Šernaitis y agrega que la arquitectura les debe facilitar ese estilo de vida. “Además, también tienen la necesidad o el deseo de poder cambiar las escenas según sus necesidades, lo que conecta con otro punto importante y es la de los espacios flexibles, dispuestos al cambio”.
Como en el caso del comedor, en la casa del millennial se procura que un espacio cumpla múltiples funciones. También es una respuesta a viviendas con áreas más pequeñas. “Desean que un espacio no sea solo uno, sino varios. Esa búsqueda también se refleja en el mobiliario en el que, por ejemplo, piden que una mesa de centro también se pueda plegar hacia arriba o tener otros usos”, puntualiza Felipe Toro, interiorista y creador de Arquitectura de Interior.
Muchas de las personas de esta generación encuentran en el hogar un refugio y suelen habitarlo incluso más que otras porque ya no se trata solo del sitio para dormir o disfrutar durante el fin de semana, sino también de un lugar para trabajar.
“La mayoría crecieron en hogares en los que había muchos objetos, por ejemplo, estaba el comedor, el bifé con copas, algún cuadro. Por esa razón, experimentan cierta saturación que hace que los espacios sean más minimalistas, con menos objetos pero que, a su vez, sean duraderos”, explica Toro.
Aun así, no se resisten por completo a las formas heredadas, pues suelen crear espacios eclécticos en los que se mezclan objetos con un componente emocional y que han pertenecido a alguien de su familia, con otros más nuevos y que se adaptan a las tendencias. De acuerdo con Toro, es común que las personas de esta generación lleguen a las asesorías pidiendo conservar “piezas especiales de la familia” en su nueva configuración de hogar.