x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

Un club de lectura para personas ciegas

Por teléfono y de forma presencial personas ciegas leen con videntes. El club La Voz del Libro es una familia.

  • A los invidentes el promotor de lectura los llama por teléfono, incluso ahora que están encontrándose de nuevo en la presencialidad. El club existe hace 24 años. FOTO edwin bustamante y Cortesía
    A los invidentes el promotor de lectura los llama por teléfono, incluso ahora que están encontrándose de nuevo en la presencialidad. El club existe hace 24 años. FOTO edwin bustamante y Cortesía
  • Un club de lectura para personas ciegas
06 de octubre de 2021
bookmark

Las llamadas por teléfono acortan las distancias, quizá tanto como lo hacen las cartas o los mensajes de WhatsApp. Sin embargo, las primeras mantienen algo que las demás no: una voz permanente al otro lado.

Las llamadas y la literatura hicieron equipo durante el aislamiento obligatorio impuesto por la pandemia. A través de ellas permaneció fuerte un vínculo que viene construyéndose, desde hace 24 años, con el club de lectura La Voz del Libro de la Biblioteca Pública Héctor González Mejía de Comfenalco.

Leer en voz alta

Silvia Congote y Mariela Uribe son dos de las 25 personas (16 de ellas invidentes) que hacen parte del club. Cada una, en su casa, estuvo recibiendo al menos una llamada a la semana de uno de los voluntarios videntes con los que leen.

Sus habitaciones fueron los lugares elegidos para escuchar la voz. “Yo me meto en mi pieza porque mi nieto es muy juguetón, además con mi pérdida auditiva escucho solo una cosa. Me encierro en el cuarto y escucho la lectura bien delicioso”, cuenta Silvia, quien asiste al club desde hace más de 12 años. “Mi mamá me decía, hija ya te vas para la biblioteca, y yo le decía, sí mamita, me voy para mi segunda casa. Cuando no había pandemia yo me mantenía allá”.

Mariela, aunque está regresando de a poco al club presencial, continúa con las llamadas. “Yo me siento aquí en mi alcoba, en mi silla especial, aquí nadie me interrumpe, escucho mi lectura e interlocuto con los demás compañeros”.

En ocasiones las llamadas son colectivas, de cuatro o cinco personas invidentes y un vidente que lee. “En la tarde estamos pendientes de la llamada de Nelson, yo con él entiendo muy bien porque es un gran historiador, conoce mucho de libros y autores, entonces durante la lectura es un apoyo muy grande porque vamos dialogando y captando mejor los libros”.

Nelson Pérez es el promotor de lectura de la Red de Bibliotecas Comfenalco y la Casa de la Lectura Infantil. Con su llegada en 2010 el club pasó a tener una duración de dos horas y media y una periodicidad: lunes, miércoles, viernes y sábados. “Yo dije tengo que hacer lo mismo que hago con el resto de personas en los otros clubes y comenzamos a leer obras de teatro, novelas, y como yo soy historiador comenzamos a hacer análisis político, económico y social”.

Los libros alcanzan una dimensión que sobrepasa la literaria, dan paso a reflexiones. “El club se fue llenando de más gente interesada, no solo en el libro sino en conocer el contexto, el autor, pasamos momentos maravillosos. Además ocurre una cosa muy bella, casi todos los asistentes invidentes son personas que llevan 15 o más de 20 años viniendo al club, porque como te decía, nos hemos convertido en una familia”.

Abrazar con el alma

Desde hace semanas el club se ha ido reactivando de manera presencial, sin embargo, las llamadas siguen siendo una alternativa. “Algunos no quieren regresar todavía a la presencialidad. Ha sido tan fascinante que con los que quieren presencialidad igualmente nos encontramos los sábados de 2:00 p.m. a 4:30 p.m.”, complementa Nelson.

Blanca Duque y Javier Aristizabal hacen parte del club, pero se encuentran fuera de la ciudad. Desde Armenia y El Carmen de Viboral cada uno se une a la lectura. “A don Javier, por ejemplo, lo llamamos en el transcurso de la semana y los sábados cuando se reúne todo el grupo. Yo lo llamo por celular, me pongo una diadema y leo en voz alta para que él escuche y los que están de manera presencial también”.

Novelas románticas, históricas, Mario Vargas Llosa, Isabel Allende, Agatha Christie son algunos de los géneros y autores que hacen parte de las largas listas de libros que lee al año el club, algunos de ellos propuestos por los asistentes y otros por Nelson.

“Mira, yo coordino en total nueve clubes de lectura y les propongo leer en el año máximo 10 libros, pero con las personas invidentes me toca proponerles casi 50 libros porque son unos lectores fascinantes. Al año se pueden leer cerca de 36 libros. Yo tengo que llegar con mucha oferta de lectura y ellos también proponen”, cuenta.

En la actualidad la tecnología permite acceder a la literatura desde otros sentidos, por ejemplo, a través de audiolibros. Sin embargo, Mariela y Silvia coinciden en que nada se compara con poder hacerlo con los compañeros, en el sentido estricto de un club. “Las tecnologías son un apoyo que podemos aprovechar, pero es mucho mejor la lectura en voz alta, así uno puede preguntar, intervenir, aportar, es mucho más activa la lectura”, dice Mariela.

Ana Olga Hérnandez es voluntaria desde 2016, dice que le encanta leer en voz alta y que gracias a la dinámica del club ha aprendido mucho. “No es simplemente leer, leer y leer, sino sentarse a hablar sobre el texto, nos frenamos para buscar algo que nos genere duda o conversar. A mí me hace muy feliz leer con ellos”.

En la modalidad presencial los voluntarios también se encargan de asuntos logísticos como organizar el espacio, acercarles los tintos, recogerlos o acompañarlos hasta el transporte público. “Los voluntarios no son solamente lectores, son personas que se convierten en parte integral de una familia. Ese fue mi propósito desde que comencé: que no fueran personas invidentes y lectores sino que fuéramos una familia”.

Invidentes que leen

Las personas invidentes que hacen parte del club también se vuelven lectoras a través del programa Teatro en la oscuridad. Cada uno asume un papel y lee las obras de teatro, escritas en braille, a los videntes mientras estos tienen los ojos vendados. “Son obras cortas que se demoran entre cinco y ocho minutos. El objetivo es que sean parte integral de lo que ocurre”, continúa Nelson.

No toda la literatura está en braille, por ejemplo para que El Quijote lo esté, cuenta Nelson, tendrían que haber por lo menos 25 tomos. “Tú puedes encontrar algunos cuentos en braille e incluso audiolibros, pero no vas a encontrar todo lo que encontramos cuando leemos juntos”.

Para Nelson, como voluntarios también se está en un constante beneficio, “aprendemos de ellos, en cualquier momento de la vida podemos perder la visión, por la edad, por un accidente, una enfermedad y esto es una forma de prepararnos”.

Caminar con cuidado, que se agudice el sentido del tacto y el oído, “aprendemos también a tener una mayor percepción del mundo”, dice.

Leer e

El empleo que buscas
está a un clic

Nuestros portales

Club intelecto

Club intelecto

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD