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Aunque para muchos no es una opción, desde hace ya 13 meses, salir de la casa se ha vuelto un ejercicio de autonomía. Lo mismo sucede con la decisión de verse con un amigo, ir a visitar un pariente, hacer un viaje o celebrar una fecha especial. Todas esas decisiones que antes podían no ocuparle mucho tiempo a la cabeza, ahora lo hacen y se han vuelto primordiales.
Jonathan Echeverri Álvarez, profesor del departamento de Psicología de la Universidad Eafit y quien se ha formado en filosofía como posgrado, cuenta que el concepto de la autonomía tiene fuertes antecedentes filosóficos y la psicología se ha interesado mucho por eso. Dice que una manera sencilla de entenderlo es ver a la autonomía como “una capacidad que se expresa en cómo una persona toma decisiones sin necesidad de someterse a otra autoridad o a un grupo de referencia social”.
Señala que, por otro lado, “una persona poco autónoma necesita a alguien que siempre le diga qué debería hacer o qué debería decidir y busca responsabilizar al otro: el otro es responsable o culpable de lo que me pasa o de lo que está sucediendo en mi vida”, aunque aclara que al hablar de este tema, que realmente es tan amplio y complejo, no es posible medir a todo el mundo con el mismo racero.
Lo que permite esta capacidad es ser consciente de que uno es responsable de sus decisiones. ¿Qué pasa en este momento donde en apariencia son muchas las restricciones en el entorno y cómo entran a jugar la autonomía y la libertad? Y si hay una autoridad que dispone unas normas, ¿se acaba la autonomía?
Dos lados
El psicólogo señala que la libertad es como una moneda de dos caras: una son las oportunidades que tienen las personas y la otra es la autonomía. En el primer lado, dice él, que se tiende a pensar que a mayor cantidad de oportunidades (y probablemente menos restricciones), hay entonces mayor libertad.
El profesor dice que ahí es donde se encapsulan la mayoría de los debates sobre ese asunto: si tenemos o no opciones para decidir.
Aunque aclara que no: “la libertad en términos absolutos, con ausencia plena de restricción, no existe” y por eso confía en que la manera más razonable y sabia de entender esa cara es que la libertad tiene restricciones, “en el sentido de que las oportunidades son limitadas, por un lado, y, por otro lado, la interacción implica un ejercicio de negociación donde nuestras preferencias deben armonizarse con las de otras personas”.
Que haya menos opciones de ver a los amigos o los familiares, entonces, no implica una cancelación de la libertad plena. Hay más restricciones e incluso en este momento de la pandemia pueden ser de salud pública o políticas, así como en este y otros momentos están las económicas o las morales. El hecho de que existan, sin embargo, no implica que no se puedan generar nuevas oportunidades. La autonomía es la que habita en la otra cara de la moneda, esa capacidad de ejercer una decisión entre esas opciones y restricciones, sin presiones adicionales.
“Es importante la autonomía porque las personas, aún en ausencia de oportunidades, pueden imaginarlas o crearlas”. Si hay un deseo de salir y reunirse con amigos, para poner un ejemplo sencillo, quizá la restricción más clara sea el confinamiento causado por el alza en los contagios, algo que potencialmente puede afectarlo a usted y su familia. No significa que no se puedan plantear opciones alternas, como ir ahorrando para un viaje en el futuro con ese grupo de personas o encontrarse virtualmente mientras se estabiliza todo.
Lo que se hace es ejercer la autonomía a pesar de las restricciones, la libertad absoluta no es cancelada. Entre las opciones es usted el que evalúa de manera racional la mejor opción para usted y los suyos.
¿Y los otros?
Rocío González, doctora en Psicología y decana de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Sabana, explica que “la verdadera autonomía no implica ignorar a quienes están alrededor, considera a los demás que con nuestras decisiones pueden salir afectados, como ahora con el contexto de la pandemia”.
Destaca que, entonces, dos características fundamentales del ejercicio de la autonomía es “considerar a los demás y ser responsable”.
Las personas al hacer parte de una sociedad “tenemos muchos comportamientos que realizamos de manera interdependiente”, añade la psicóloga Mariantonia Lemos, coordinadora de la maestría en Estudios del Comportamiento de Eafit. No reconocer eso sería como negar parte de la naturaleza social del ser humano.
Además, ese comportamiento social “es fundamental porque es el que nos lleva a saber cómo nos comportamos en ambientes que son desconocidos para el individuo”. En el caso de la pandemia, existe la posibilidad de que al ver malas prácticas repetidas, esas se puedan normalizar. Sin embargo, cuando se destacan buenos ejemplos, esos mensajes pueden guiar y promover prácticas necesarias en este momento como el autocuidado.
González destaca, además, que no es únicamente el autocuidado el que prima en esta emergencia sanitaria, sino que más bien se podría englobar en un concepto más amplio que iría más allá de las decisiones comportamentales: la ética del cuidado, “un concepto que es ético, correcto, libre y autónomo”. Se refiere a cuidarse para cuidar a los demás, no solo por una motivación propia.
Las reglas
La manera como se adoptan las normas que se fijan frente a diferentes contextos tiene que ver con cómo juega el temperamento y la personalidad de cada quien, apunta Echeverri. “Los sujetos autónomos suelen asumir posturas críticas, son agentes capaces de reconocer beneficios y costos”.
De igual forma, ese agente autónomo y crítico “reconoce que la autoridad que impone una regla o una norma se puede equivocar”, dice, y analiza el contexto y de lo que se pretende intervenir, así como “de las intenciones de quien sugiere esa norma”. Otras veces, las pautas vienen de costumbres morales o normas sociales y desde ahí se van desarrollando aprendizajes acordes a la cultura o la familia.
Cuando un niño está en el proceso de aprendizaje, sus padres y cuidadores son esenciales en ese proceso de entender las normas y desarrollar la autonomía y a hacer actividades de forma independiente.
“Ese proceso de aprendizaje la guía y educación por parte de los padres es fundamental en cuanto a lo que tiene que ver con reglas, normas y límites. El niño y adolescente requiere conocer qué está permitido, qué pueden hacer y qué no y sobre todo el límite de cuando hacerlo en relación con otras personas”, destaca González, quien indica que en momentos como este de pandemia, hay maneras para acompañar esos procesos (ver Para Saber Más).
La autonomía es un proceso que “en la vida es fundamental”, recalca. En este momento, sobre todo, se vuelve a hacer muy importante pensar que cada acción lleva consigo decisiones vitales.
Periodista que entiende mejor el mundo gracias a la música, que atrapa cada momento que puede a través de su lente fotográfico y a la que le fascina contar historias usando su voz.