Desde el siglo IV la Iglesia Católica celebra la Pascua y aunque inicialmente solo se hacía el Domingo de Ramos luego se amplió a una semana y se establecieron los 40 días anteriores para preparar ese festejo.
“Cuando se diseñó se buscó con un rito que moviera, que marcara ese inicio y fue el rito de ceniza”, cuenta monseñor Ricardo Tobón Restrepo, Arzobispo de Medellín.
Tras siglos y siglos de tradición, este año la pandemia de la covid-19 llevó a que los jerarcas de la iglesia hicieran cambios en la imposición de ceniza, que habitualmente se hace en la frente de las personas con el símbolo de la cruz.
“Este año por los protocolos de bioseguridad que estamos llevando en todas las parroquias, la Santa Sede (El Vaticano) nos ha dado algunas instrucciones para que la aplicación de la ceniza no se haga sobre la frente de los fieles, sino que se deposite un poco de ceniza en las cabezas de las personas”, expresa monseñor Tobón Restrepo.
Esta modalidad, señala, no es nueva ya que en algunas arquidiócesis de Europa siempre ha sido así, “ese rito se usaba como penitencia, en reconocimiento de la fragilidad del hombre y la grandeza de Dios”.
Los fieles
Sobre el acto de imponer la ceniza, este año será esparcir, monseñor explica hay dos momentos claves, el primero es depositar la ceniza en las cabezas de las personas y segundo la frase que el sacerdote pronuncia “Acuérdate que eres polvo y a polvo volverás o puede ser también Conviértete y cree en el evangelio”.
Para evitar aglomeraciones en los templos o filas, la ceniza se esparcirá durante todo el día, en especial en las iglesias grandes, donde se deben seguir todos los protocolos de bioseguridad como la toma de la temperatura, lavado de manos y distancia de 2 metros entre los asistentes.
Monseñor Tobón Restrepo invitó a las personas que por enfermedad, ancianidad u otras circunstancias no puedan asistir a las parroquias se “unan de corazón a esta celebración de la Iglesia” y estén atentos a los medios de comunicación y redes sociales.
Explicó que desde marzo de 2020, cuando comenzó la pandemia, no han tenido reporte de contagios en los templos.
Sobre esos cambios y la manera en que las personas los puedan asumir, la invitación del Arzobispo es que los cristianos no se queden en lo exterior, “es un poco lo que hemos vivido con la recepción de la Comunión en la mano, que algunas personas han creado un conflicto alrededor, cuando en realidad no se recibe ni en la mano ni en la boca, sino el corazón”.