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A Cruella ya no le interesan los dálmata

Esta raza de perros, al igual que otras, dejaron de ser populares. Le explicamos por qué.

  • Cruella pasó de tener 101 dálmata a 3 en la nueva película y dos perros criollos que son su compañía. FOTO cortesía disney
    Cruella pasó de tener 101 dálmata a 3 en la nueva película y dos perros criollos que son su compañía. FOTO cortesía disney
11 de junio de 2021
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Los puntos negros grandes y pequeños distribuidos sin orden en el blanco pelaje de los dálmatas dejó de verse con tanta frecuencia en las calles y en las veterinarias del país. Parecieran animales extintos en esta latitud, pues se ven sobre todo en películas y solo hasta hace poco se volvió a hablar de ellos.

Con el auge de la película Cruella (estrenada el pasado 28 de mayo en Disney+ y salas de cine), la villana de 101 dálmatas, estos perros grandes y atléticos volvieron a la memoria: trajeron consigo discusiones sobre el origen y la historia de las razas, así como conversaciones sobre la bioética y el maltrato animal.

Como si fueran zapatos, carros o peinados, las personas pueden hoy elegir qué raza se acomoda a su estilo de vida, qué color de pelaje prefieren, qué tamaño y hasta qué color de ojos tendrá el animal que antes se llamaba el mejor amigo del hombre.

Esto explica por qué los perros pasaron de elegirse por necesidad a hacerlo por deseo y por qué algunas razas se popularizan, otras se olvidan y otras, incluso, desaparecen por completo. Esto, además, también permite entender el auge y la connotación de los perros criollos o llamados “de raza única”. Le explicamos por qué.

La suerte de estar de moda

Aunque la Federación Cinológica Internacional, reconocida como la Organización Canina Mundial y la más grande del mundo con 99 países miembros, solo reconoce 354 razas, son muchas las variaciones entre esta misma especie y varias las no reconocidas.

Julio Aguirre, decano de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Uniremington, explica que, dada esas altas variedades de razas, “se podría decir que las hay hechas a la medida para las necesidades de las poblaciones de distintos países”, y ahí que “la aceptación y la comercialización cambie, generando picos y valles entre las adquisiciones de estas”.

Así, los tiempos cambian y con ellos las necesidades y deseos, por lo que se pasó de la popularidad de las razas grandes y poderosas que eran comunes en películas y series de terror o de policías, como dalmata, gran danés, rottweiler, dóberman y pastor alemán, a las más pequeñas y de compañía, populares en redes sociales y por personajes de la farándula como Paris Hilton, como chihuahua y pinscher.

“Los dálmata, por ejemplo, estuvieron de moda con la película, pero son muy costosos, comen mucho y tienen una característica que no se mostró en la cinta y es que son agresivos en ocasiones, con conductas rígidas, y no tienen tan buen comportamiento. Lo mismo pasó con el cocker spaniel dorado, famoso por La dama y el vagabundo, que también tiene tendencias a ser agresivo”, continúa Aguirre.

Estas producciones audiovisuales caricaturizan a ciertas razas, las hacen parecer dóciles y amigables cuando puede que no lo sean y, al final, estos animales terminan en albergues o abandonados en las calles y su popularidad disminuye.

Otra razón por la que se dan los picos de moda es por la necesidad y la dinámica de la población. En los inicios se buscaban perros grandes, de caza, mientras que ahora las comunidades se han urbanizado y cada vez más personas viven en apartamentos, con espacio reducido, donde la mejor opción son los perros pequeños o medianos.

Estas tendencias se enmarcan en una discusión sobre la ética y la responsabilidad con estos animales, pues, como dice el magíster en biotecnología y nutricionista animal Juan Esteban Gómez Martínez, “el hombre ha interferido de manera drástica en la evolución del perro. Darwin nos hablaba de la selección natural, en la que el más fuerte sobrevive, haciendo referencia a una estructura física en un medio ambiente en particular, y dicha estructura hace referencia a una serie de genes que van aumentando su frecuencia en una población”.

Sin embargo, continúa Gómez, el perro no tuvo esta oportunidad sino que estuvo permeado por la “selección artificial, que hoy conocemos como mejoramiento genético animal, y que consiste en obtener, por selección de características fenotípicas o comportamentales, el aumento de las frecuencias de los genes deseados y la disminución de los no deseados”.

Así, el humano comenzó a determinar de acuerdo con su contexto social, necesidades y objetivos, las características físicas y comportamentales, asociadas al genoma, que deben tener estos individuos en un mundo de gustos cambiantes. Tan variantes que pareciera que hay una raza diseñada específicamente para cada familia, para cada región, para cada país y mientras que unas se popularizan, otras tienden a desaparecer, como el caso del pastor ovejero inglés o bobtail.

Origen y evolución

Un reciente estudio de investigadores de la Universidad de California publicado en la revista Science determinó que los primeros perros surgieron en Europa hace más de 18.000 años a partir de los lobos domesticados por los humanos cazadores y recolectores, y no en África y Asia como indicaban otros trabajos.

La investigación se basó en análisis genéticos (del ADN mitocondrial) comparados de lobos y perros de todos los continentes, vivos y fósiles de entre 19.000 y 32.000 años, y descubrió que el único origen es, entonces europeo.

A partir de entonces, mediante la selección, el ser humano propició la aparición de razas que según Gómez son “grupos de individuos con características fenotípicas propias (estructura física y comportamental) que a través de las generaciones mantienen esa identidad”. Estas se elegían de acuerdo a beneficios y necesidades que en ese entonces tenían que ver con el cuidado de los hijos, la caza de animales, la defensa y protección, entre otras.

Aguirre agrega que, ahora, las razas deben además cumplir con lineamientos (en cuanto a lo físico y comportamental) de distintas asociaciones y agremiaciones de países que definen los estándares. Colombia, por su parte, tiene el Club Canino Colombiano que está asociado a la Organización Canina Mundial.

Dice que este concepto ha cambiado debido al mercado y a la comercialización: “Hoy hay líneas de perros pequeños o medianos, dóciles y activos para unos o más hogareños para los más sedentarios. Los rotwailer de hace 30 o 40 años tenían cavidades nasales más prolongadas mientras que hoy tienden a ser braquicéfalos y cabezones”.

A la fecha, el perro dejó de estar vinculado al beneficio y pasó a ser compañía, estatus y gusto, por lo que las variaciones se han acrecentado, se reproducen entre congéneres (inbreeding) y se seleccionan los individuos y las características superiores para hacer perros a la medida.

Implicaciones bioéticas

Al pasar de la necesidad al deseo y a los estándares del mercado, entonces, las razas se volvieron un negocio que no da espera y los perros pasaron a ser mercancía.

Normalmente toma entre siete y 15 generaciones que un cambio significativo en una raza se haga evidente, pero esto, para algunos, es mucho tiempo, por lo que han encontrado biotecnología que ayuda a acelerar esas modificaciones.

“Hoy se puede seleccionar genéticamente, con técnicas de laboratorio, cuáles características quiero en mi animal. Entendemos los genes, que pueden ser más de 30.000 y sabemos cuáles son para el cabello, para la capacidad nasal, para el largo de las patas o para el color de los ojos” explica Aguirre. Esto logra que se requieran muchas menos generaciones.

Aunque estas tecnologías no están muy disponibles aún en Colombia porque la mayoría de los criaderos no están tecnificados, agrega el médico forense, sí es así en otros países y con el tiempo disminuirá la selección natural.

Esto tiene implicaciones éticas y de salud para los animales, pues puede ocurrir que, por poner atención a los genes que influyen en la apariencia física, se descuiden los de la salud, “y terminaremos con perros más enfermos, con menos expectativa de vida y con salud deteriorada”, continúa.

Finalmente, Aguirre puntualiza que la eugenesia (eliminación de individuos considerados portadores de genes defectuosos o que no cumplen con los estándares genéticos y biológicos fijados por las comisiones) no controlada en términos legislativos podría generar, entonces, razas inviables, características negativas para los animales, maltrato desde antes del nacimiento y vidas condenadas a la agonía y el sufrimiento si no se pone la salud primero que la estética

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