Madre y cría orangután de Sumatra (Pongo abelii) permanecen unidos hasta los nueve años, más que cualquier otro mamífero no humano. Durante este tiempo, estos grandes simios dependen de sus progenitoras para aprender a desenvolverse en la vida, buscando qué comer y cómo obtener esa comida, antes de independizarse.
Sin embargo, a diferencia de los humanos, las madres orangután no parecían involucrarse activamente en ese aprendizaje, sino que se comportaban más bien como modelos pasivos, cuyas conductas eran reproducidas por sus crías, según investigaciones anteriores, basadas en la adquisición de las habilidades desde el punto de vista de las crías.
Un nuevo estudio, publicado en la revista Scientific Reports, se ha centrado en el papel que desempeñan las madres y demuestra por primera vez que en realidad las hembras son maestras activas.
El equipo de investigadores del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal de Constanza (Alemania) descubrió que cuando las madres orangután buscan comida, adaptan su comportamiento a la edad y las capacidades de sus crías, ayudándolas así a aprender socialmente nuevas competencias.
El trabajo plantea la posibilidad de que los orangutanes lleven a cabo la enseñanza –un comportamiento poco frecuente entre los animales– y arroja luz sobre los factores que condujeron a la evolución de la enseñanza en los humanos.