A Rubis Mena, una mujer de 38 años, oriunda de Urabá, el terremoto de Nepal la agarró estudiando un máster en Agua y Gestión Ambiental en Inglaterra. El 1 de mayo, seis días después de la tragedia, estaba viajando desde su casa en Loughborough, en el Reino Unido, hasta Katmandú, para vincularse a una nueva misión humanitaria en Médicos Sin Fronteras (MSF).
Mena, egresada de Saneamiento Ambiental en la Universidad de Antioquia, sede Urabá, descubrió que lo suyo era la ayuda humanitaria cuando en el año 2000 se presentó un gran desplazamiento de pobladores de la cuenta del río Atrato hacia Turbo.
Allí estableció contactos y se vinculó con las primeras organizaciones internacionales, se encariñó con su trabajo al servicio de los demás y decidió que eso era lo que haría de ahí en adelante. Eso hace cerca quince años, los últimos seis de ellos con MSF.
Rubis sale diario desde Katmandú hacia poblaciones remotas, muchas de ellas en ruinas, en la región montañosa: “Mi posición dentro de MSF seccional Holanda se llama WatSan que es una abreviación de water (agua) and sanitation (saneamiento), desarrollo actividades de la parte de tratamiento de agua, higiene y saneamiento (construcción de letrinas). Acá en Nepal me encargo de estas áreas”.
Un papel clave si se tiene en cuenta que estos ítems se convierten en algo crítico debido a la posibilidad de que la gente pueda desarrollar enfermedades y aumentar la tragedia que ya deja más de 7.500 muertos.