Un verdadero baldado de agua fría recibimos los colombianos este martes cuando el presidente electo, Gustavo Petro, anunció que su ministra de salud será la siquiatra Carolina Corcho. De ñapa ratificó, en una entrevista radial, que su propósito es acabar con las Eps.
Lo de las Eps es sin duda lo más alarmante. Pero el solo nombramiento de la doctora Corcho es muy preocupante.
Carolina Corcho, era una ilustre desconocida para la opinión pública en general, hasta cuando llegó la pandemia y se hizo famosa en el pequeño mundo de Twitter por aquello que parece ser su mayor habilidad: trinar. En su momento, Corcho apareció como un engranaje más de la estrategia de propaganda de Gustavo Petro en redes sociales. Se trataba de tener validadores en cada sector que hicieran la tarea de lanzar datos falsos o medias verdades y atacaran al gobierno para generar ese ambiente caldeado de indignación y protesta.
Corcho fue la punta de lanza de la estrategia de propaganda de la oposición en el sector salud e hizo su tarea al pie de la letra. De la noche a la mañana logró 90.000 seguidores y las bodegas pusieron a viajar sus mensajes. Escribió cientos de trinos, algunos de ellos francamente estrambóticos y descabellados, en los cuales, usando incluso datos y cifras falsas, pedía más y mayores encierros y hacía proyecciones catastróficas sobre la vacunación que nunca se cumplieron.
Se convirtió en una especie de ‘doctora susto’ a la cual parecía interesarle más el proselitismo que ser fiel a la realidad.
Una vez anunciado su nombre como Ministra ahora la segunda preocupación es lo que puede ocurrir con las Eps en particular y con el sistema de salud en general. Corcho, en sus muchos trinos, repitió hasta el cansancio el mantra de que Colombia tiene que acabar con las Eps.
Para la izquierda es un dogma que las Eps deben desaparecer. No porque el sistema funcione mal. No porque la cobertura sea deficiente. No porque el servicio sea inferior a las necesidades. Sino porque para Petro y Corcho es pecado mortal que un actor privado participe en la estructuración del servicio de salud.
No les importa si, como ha ocurrido con las Eps, la cobertura es universal, los planes de beneficios son cada vez mejores, y las debilidades estructurales del sistema se han ido corrigiendo. Están dispuestos a sacrificar lo que funciona bien solo porque sus dogmas ideológicos lo hacen inaceptable.
Ante la evidencia de que la cobertura del sistema de salud en Colombia es hoy del 99,6%, Gustavo Petro salió a decir que “no es lo mismo cobertura que acceso”. Con un juego de palabras pretende desconocer el monumental logro del país en la materia y meterle demagogia al debate dando a entender que el médico le puede llegar a la casa a quien lo necesite.
Aunque, para ser justos hay que decir que Petro también afirmó ayerque deben hacerse investigaciones y procesos de transición “muy cuidadosos”. Al presidente electo, entonces, le convendría estudiar lo que ocurrió en Venezuela con el programa Misión Barrio Adentro que pretendía hacer lo mismo, llevar el médico a cada casa, con la ventaja que tenía de los petrodólares. La Deutsche Welle publicó recientemente un informe con la conclusión de que “amplios sectores de la sociedad venezolana, en especial los más vulnerables, no cuentan con un sistema sanitario público que les garantice una atención digna para su salud”. Así que no nos vengan con cuentos.
Petro, como candidato, propuso un sistema público que ya se intentó con el Seguro Social (antes de la Ley 100) y solo el 25% de los colombianos tenían acceso a él. De hecho cuando fue alcalde de Bogotá tuvo una Eps pública, Capital Salud, y la dejó con pérdidas de 600 mil millones de pesos y con 12 de 22 hospitales públicos en déficit financiero.
Petro también propuso en campaña tener médicos de barrio para cada 20.000 personas. Algo parecido a lo que ya intentó hacer cuando fue Alcalde con su programa Territorios Saludables, y fue un fracaso.
Colombia lleva treinta años construyendo este sistema, que a todos alguna vez nos ha producido molestias, pero con el tiempo se ha ido mejorando y refinando. El sistema de salud de Colombia, en alguna clasificación de la OMS, ocupó el puesto 22 entre 190 naciones. Ningún país se ha encontrado la varita mágica que le permita ofrecer salud en los mayores estándares de calidad a toda su población.
Todos, absolutamente todos, dependemos o en algún momento dependeremos de lo que nos da nuestra Eps. De modo que es apenas normal sentir miedo cuando dicen que las van a eliminar, sobre todo sin tener la más mínima idea de cómo las reemplazarán. Como si desmontar un sistema gigantesco y poner en marcha otro nuevo fuera algo que puede hacerse de la noche a la mañana.
Cuando se crearon las Eps no se acabó el sistema antiguo, sino que sobre los elementos que este tenía se construyó y se añadió algo nuevo, cambiando algunas de las reglas pero sin destruir la capacidad institucional.
Hoy proponen destruir esa capacidad existente, y ni siquiera son capaces de decir cómo y con qué la reemplazarían. A veces por ahí dicen que con las secretarías de salud municipales y entonces el pánico es mayor: hay que estar muy apasionados o enceguecidos para creer que estas entidades van a poder montar de la noche a la mañana la capacidad que tienen las Eps .