Un llamado a la acción por la defensa de la vida y el futuro de la humanidad, hoy amenazados por una triple emergencia medioambiental, relacionada con el cambio climático, la contaminación y la pérdida masiva de la biodiversidad, todos fenómenos interrelacionados y generados por el hombre, sustenta los resultados de la investigación de la ONU, Hacer las paces con la naturaleza, un plan científico para abordar el clima, la biodiversidad y las emergencias por contaminación, presentada el pasado fin de semana.
Las evidencias científicas expuestas son claras y alarmantes. La explotación excesiva e irregular de los recursos naturales y la sobreproducción de residuos para atender la voracidad de la demanda global están destruyendo el planeta y poniendo en riesgo la prosperidad que la humanidad ha levantado en siglos de trabajo.
El informe prueba cómo la crisis ambiental mata al año a millones de personas, desplaza a otros millones, provoca catástrofes y pérdidas económicas incuantificables y tiene en la línea de la extinción a un millón de especies animales y vegetales.
Por problemas asociados a la contaminación del aire mueren 9 millones de personas en el mundo al año, cifra muy superior a las víctimas fatales por coronavirus, 2,4 millones desde 2020.
La investigación se basa en los últimos estudios elaborados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), organismos científicos vinculados a la ONU.
El rastreo científico deja en evidencia que ninguno de los objetivos y pactos globales para contrarrestar la degradación de la tierra y los océanos se ha cumplido a cabalidad.
Deforestación, sobrepesca, agricultura y métodos de producción irregulares e invasivos crecen. Lo mismo sucede con las emisiones de gases de efecto invernadero, muestra clara del incumplimiento del Acuerdo de París, que pretende limitar el incremento de la temperatura media del planeta entre 1,5 y dos grados, con respecto a la era preindustrial, pero las proyecciones de la ONU prueban que el ascenso será de 3,2 grados, situación que acelerará el derretimiento de los glaciares, lo cual aumentaría niveles del mar y, con ello, la desaparición de miles de islas y ciudades costeras, también hará más críticos, extensos y frecuentes los inviernos, sequías, huracanes, plagas, enfermedades, epidemias y la pérdida de especies.
La ONU considera que aún es posible mitigar estas desgracias con un manejo de los recursos naturales de manera responsable, consciente y sostenible; con nuevas políticas ambientales globales, tecnologías limpias y el desestímulo de sistemas de producción con fuentes fósiles y otros elementos contaminantes. Lo más paradójico es que gobiernos de todo el mundo siguen subvencionando con recursos públicos este tipo de desarrollos nefastos para la tierra.
Salvar vidas y medios de subsistencia debe ser la principal prioridad global, como lo reclama la ONU. Al dejar expuesta la fragilidad y vulnerabilidad de la especie humana, la pandemia también puede contribuir a que el momento actual se convierta en un punto de inflexión hacia un mundo más inclusivo y sostenible.
En 2021 los Estados con presencia en la ONU se encontrarán en varias citas globales ambientales, como la cumbre climática de Glasgow (Reino Unido), las cuales se espera concluyan con la definición de metas ambiciosas, que garanticen la salud del planeta, que es nuestra salud y futuro. Tenemos la capacidad de transformar nuestro impacto en el mundo, la tierra no es nuestro enemigo, es nuestro único hogar en el Universo