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¿Primera o segunda vuelta?

No hemos llegado a la primera vuelta y ya se respira un aire de segunda.

24 de abril de 2022
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Desde 1991 Colombia adoptó, para la elección del presidente de la República, un sistema electoral de dos vueltas, de acuerdo con el cual si ningún candidato obtiene en la primera vuelta la mitad más uno de los votos, se van los dos primeros a una segunda y definitiva confrontación. Desde que se puso en marcha este sistema, solo dos veces se ha alcanzado la victoria en la primera vuelta, en ambos casos (2002 y 2006) el expresidente Álvaro Uribe Vélez.

¿Cuál es la razón de ser de este sistema? Principalmente, es evitar que al país lo gobierne una persona elegida por un porcentaje poco significativo de la población. Haciendo una cuenta rápida, si un presidente fuera elegido por el 30 % de los votos que se depositan en las elecciones, en números reales lo estaría eligiendo apenas un 10 % de la población total —luego de descontar los habilitados para votar y la abstención— y no sería lo suficientemente representativo. Que, por cierto, es lo que pasa en muchas elecciones de alcaldía, donde un candidato bien puede imponerse aunque quienes lo apoyan sean, como proporción del total, una minoría.

Este sistema de dos vueltas influye en nuestro comportamiento como electores en varias formas. En primer lugar, y, sobre todo, cuando hay muchas opciones, lo normal es que en la primera vuelta votamos con el corazón y en la segunda con la necesidad: en esa primera, donde asumimos que todavía no se define nada, le damos nuestro voto al candidato o candidata que de manera sincera más nos guste. Pero en la segunda, que es, como dicen en el fútbol, la hora de las definiciones, en ocasiones votamos por el que nos toca, o sea que muchas veces votamos no porque queremos que gane este, sino porque queremos evitar que gane el otro. Y en esto no hay nada de malo: es la lógica del sistema y es el propósito de su diseño.

Por cierto, la insistencia del Pacto Histórico en ganar en primera vuelta, más que seguridad, parece transmitir un temor: que en la segunda vuelta, tal como ocurrió en 2018, los profundos miedos que genera Gustavo Petro causen una avalancha de apoyo hacia el contrario.

Hay ocasiones en que esa aglutinación del voto alrededor de dos opciones empieza a darse antes de la primera vuelta. Esto sucede cuando hay dos candidatos que parecerían ir de lejos más adelante que los otros: la gente siente que no hay tiempo que perder, y muchos también sienten que no quieren estar con una opción que parezca destinada a fracasar, entonces desde la primera van ubicándose alrededor de los que van adelante.

Esto último nos pone en el escenario actual: no hemos llegado a la primera vuelta, pero ya parecería respirarse un aire de segunda. En esto tiene que ver el hecho de que ya tuvimos unas consultas con precandidatos presidenciales, y en nuestra psique eso se siente como si hubiera sido una primera vuelta. Además, está la sensación de que en estas elecciones se juegan y se definen cosas trascendentales, como el futuro de la democracia, por lo cual desde ya la gente empieza a tomar posiciones.

Esto plantea una gran dificultad para los candidatos que no son punteros. Vemos entonces a Sergio Fajardo empeñado en una gran iniciativa que él ha llamado “la remontada”, lo cual supone que es consciente de que arranca muy de abajo y tiene que escalar rápidamente. Su mayor reto será convencer a la gente de que todavía hay dos vueltas, de que no todo se define el 29 de mayo. Similar situación afecta a Rodolfo Hernández y a Íngrid Betancourt, quienes en algún momento fueron vistos como viables, pero que hoy se rezagan a medida que la gente asume que esto estará entre Fico y Petro.

La encuesta del Centro Nacional de Consultoría publicada este 21 de abril muestra una especie de statu quo en la campaña: pasaron tres semanas y poco o nada cambió con respecto a la encuesta anterior. Petro y Fico irían a segunda vuelta y en la segunda vuelta el ganador sería Petro. Sin embargo, la medición de segunda vuelta no es del todo fiable en la medida en que aún no se ha dado la primera vuelta y hay más candidatos en juego. Asimismo, con el paso de los días se verá si el renovado impulso que tiene la campaña de Fajardo tiene algún efecto. O si la polémica que ha rodeado a Petro impacta.

Rodolfo e Íngrid aparecen mucho más abajo. Rodolfo, por cierto, ha dicho sobre la segunda vuelta que será él quien defina la presidencia, asumiendo tal vez que no pasa a segunda, y que puede endosar el 10 % que tendría en primera. Esto último es muy incierto: la gente, en las elecciones presidenciales, rara vez sigue órdenes e instrucciones

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