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La política errática de Petro lleva al país a importar más del 40% del gas a partir de 2029 para abastecer la demanda. Empresas empiezan a ver para qué otro país mueven su producción y otras volvieron al carbón”.
El presidente Petro, que vive montado en un avión en sus múltiples viajes internacionales, casi 70 en lo que va de su gobierno, y usa camionetas blindadas para sus desplazamientos, no hace otra cosa que atacar el uso de combustibles fósiles.
Así lo reiteró en su discurso en las Naciones Unidas en Nueva York, donde dijo que la gasolina era peor que el fentanilo y le volvió a pedir al mundo que deje de consumir hidrocarburos. Pero él no lo hace y sí está castigando a los colombianos, especialmente a los más pobres, con una política energética errática y muy cuestionable.
Lo que está pasando con el gas es el ejemplo más desastroso. El gas es el energético de la transición, porque es menos contaminante y más amigable con el medio ambiente. Pero Petro emprendió una cruzada para acabarlo en Colombia y fomentar el importado.
Si el gas es tan malo, ¿por qué favorece las importaciones? La única respuesta posible, como ya habíamos comentado, es que se están moviendo negocios con esa decisión, como la regasificadora en la costa Caribe que pretendía darle el presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, a Juan Guillermo Mancera, el que le vendió el apartamento a precio de ganga. Pero las denuncias de los medios frenaron la operación.
Sin embargo, ahora, el informe sobre el sector del gas que cada año presenta Promigás revela que Colombia está en grave riesgo de perder su soberanía y depender de combustibles importados.
Una de las cifras más inquietantes que presentó Promigás es que el país no estaría lejos de tener que importar el 40% de la demanda de gas. Lo cual es abrumador: hasta hace poco Colombia solo importaba cuando se requería activar las termoeléctricas para evitar un apagón. Ahora ya no solo se importa para el consumo, sino que muy pronto, el 1 de noviembre habrá empresas que no van a recibir todo el gas que necesitan y por ende, como revela hoy un informe de EL COLOMBIANO, algunas están pensando en mover su producción a otros países, o les tocará utilizar más carbón, con las consecuencias para el medio ambiente.
Y es que hasta hoy, como en el caso del sistema de salud, que era un ejemplo por su gran desempeño en cobertura y calidad, el gas natural también era un caso de éxito: llega a 36 millones de usuarios colombianos, con una cobertura del 67%, que no tiene ningún país en América Latina. Cerca del 80% de los usuarios son de estratos 1, 2 y 3. Gracias a esa extraordinaria expansión, miles de familias dejaron de usar carbón y leña para cocinar, evitando la tala de árboles.
Ahora el país está en riesgo de volver al pasado, porque ante los mayores costos del gas, debido a la menor producción local y las mayores importaciones, muchas familias tendrán que usar carbón y leña. Y no solo las familias sino, como ya se mencionó, la industria.
Con la decisión de Petro de no de explorar más gas, las reservas están cayendo a pasos acelerados. Hace cinco años teníamos reservas para 7,7 años y actualmente tenemos para 5,9 años. Entre 2021 y 2024 las reservas han caído 34,8%, mientras el consumo sigue vigoroso, siendo el que más crece el de las térmicas, con un aumento del 39% en los dos últimos años. Además, el número de pozos perforados está en declive. Se pasó de 68 pozos en 2022, a 27 en 2024.
Por la terquedad de Petro, el país importa hoy el 17% del gas. Pero, sin nuevos descubrimientos, en el 2029 tendríamos que importar más del 40%, con las nefastas consecuencias para los bolsillos de todos los colombianos. El informe de Promigás señala que las importaciones le han costado al país entre 5 y 15 billones de pesos en los últimos años, y los sobrecostos serían mayores. Más que descarbonizar la economía, como tanto pregona el presidente, se está volviendo a carbonizarla. Ese es el costo de la ideología, cuando pesa más que la realidad y la lógica económica.
El sector tiene centradas sus esperanzas en el proyecto Sirius de Ecopetrol y Petrobras, un gigantesco hallazgo de gas en el mar Caribe, que ha tenido que superar obstáculos, decenas de consultas previas y trámites de licencias ambientales. Si no aparecen nuevos problemas, se espera que entre en producción en 2030. Sin ese y otros proyectos, el panorama del sector energético es de oscuridad total.
El gobierno de izquierda pasará a la historia como el que más daño le ocasionó al sector energético del país. No solo frenó su producción, sino que no hizo avances para sacar adelante las energías renovables no convencionales, dejando a Colombia con altos riesgos de un apagón, pérdida de su soberanía y a todos los colombianos pagando mayores tarifas de energía y gas. Este será el otro gran chicharrón que le tocará resolver al nuevo gobierno.