Para la economía mundial, los vientos de guerra con que inició el año son un nuevo hecho generador de incertidumbre, cuando a finales de 2019 se habían conjurado algunos de los factores negativos que la amenazaban. En efecto, el contundente triunfo de Boris Johnson en las elecciones del Reino Unido aclaró finalmente el destino del Brexit, al tiempo que se anunció la inminente firma de un acuerdo comercial de primera fase entre Estados Unidos y China, que comprende la reducción de los aranceles de importación en los dos países.
El deterioro de las condiciones externas puede afectar a la economía colombiana. Si bien en un primer momento un elevado precio del petróleo (el viernes pasado se dio una fuerte alza de 3,5 % del precio del petróleo Brent, que saltó hasta US$ 68 por barril) favorece el ingreso nacional y las finanzas del Estado, el temor de una confrontación o un aumento del terrorismo es un elemento perturbador que paraliza los negocios, porque los inversionistas se repliegan y su aversión al riesgo aumenta, como lo demuestra la reacción a la baja de los mercados financieros, visiblemente inquietos por las malas noticias.
Si, por el contrario, las cosas se calman, la economía colombiana tiene en frente un año mejor que en 2019. Los analistas coinciden en que el crecimiento de 2020 será más alto y se espera que esté alrededor de 3,5 %. Para alcanzar esa tasa se consolidaría la recuperación de la demanda interna, donde al impulso del consumo de los hogares se sumaría ahora la inversión en vivienda e infraestructura.
En efecto, el consumo de los hogares va bien y seguirá en esa senda en el año nuevo. La información para septiembre del comercio al por menor, sin vehículos, revelada por el Dane, muestra un crecimiento de 7,7 %, una señal del buen desempeño del consumo. En 2020, aunque el desempleo puede impactarlo, eso puede ser compensado por las remesas, una inflación controlada y unas tasas de interés reducidas que no deberían variar, de acuerdo con los mensajes que envía la Junta Directiva del Banco de la República en las minutas de sus reuniones decisorias. Las tasas de interés bajas contribuirán a la recuperación de la edificación y a las inversiones en maquinaria y equipo, lo cual, junto con un buen comportamiento de las obras civiles, hacen esperar que el rubro completo de la formación bruta de capital se expanda en 2020.
El desempeño de las exportaciones seguirá siendo un factor que va a restar al crecimiento en 2020, como ya lo fue en 2019. El último dato disponible para el mes de noviembre registró una caída de las exportaciones en lo corrido del año (-6,2 %), un resultado que impresiona si se tiene en cuenta la devaluación del peso a lo largo del año, que debería impulsar las ventas externas del país. Hay elementos estructurales en ese comportamiento exportador, como la caída de la demanda externa de carbón o la baja competitividad de las exportaciones no tradicionales, que no se corrigen de un día a otro, y hacen prever que no habrá sorpresas en este frente.
Por último, y no menos importante, está el problema del elevado desempleo que no se reducirá a menos que la economía crezca por encima del 4,5 %, aunque un mejor desempeño de sectores generadores de empleo como la edificación, industria, y tal vez la agricultura, puede contribuir a que al menos no se destruya más empleo.