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Los bancos y las startups

La corrida bancaria que llevó a la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB) en Estados Unidos, nos ha llevado a un ambiente de volatilidad en el sistema financiero que recuerda al del 2008.

Recién acaba de pasar una semana caótica para el sistema financiero, pero los días que siguen no pintan como menos angustiantes para la economía mundial. La corrida bancaria que llevó a la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB) - la segunda más grande de la historia de los Estados Unidos - nos ha llevado a un ambiente de volatilidad en el sistema financiero que hace que muchos rememoren el año 2008, en el cual el colapso de Lehman Brothers llevó al mundo entero a la crisis económica de mayor profundidad en décadas.

Aunque antes de avanzar, vale hacer una claridad con respecto a Colombia, como bien dijo el presidente de Bancolombia, Juan Carlos Mora, “lo que pasa con esos bancos son situaciones muy particulares y específicas de esas entidades”, mientras que en nuestro país los bancos gozan de cabal salud y tenemos una regulación que se destaca en el continente.

Por supuesto que no se debe cantar victoria, porque lo que está en juego es no solo el futuro de estos bancos, que como el de Silicon Valley son peculiares, sino que el mundo está expectante de cómo estos casos particulares puedan afectar la confianza en todo el sistema bancario.

La mala situación de Signature Bank, First Republic Bank y otros bancos regionales estadounidenses nublan el panorama de la economía más grande del mundo, dejando a todos los actores del sistema en vilo. Mientras tanto, el banco suizo UBS anunció la adquisición por más de 3.000 millones de dólares de su eterno rival Credit Suisse, en lo que será la mayor transacción bancaria cerrada en años, impulsada en gran medida por la ansiedad de los reguladores por detener una peligrosa disminución de la confianza en el sistema financiero global.

¿Estamos entrando a una situación como la del 2008? A pesar de que responder esta pregunta en estos momentos es mera futurología, entender más a fondo lo ocurrido con SVB puede ayudarnos a comprender las peculiaridades de esta crisis y sus diferencias con la del año 2008, y a su vez a dilucidar el gran poder que tienen los bancos centrales: el control sobre las tasas de interés.

Hasta hace unos meses, el mundo se había acostumbrado a tasas de interés cercanas a cero por parte de los bancos centrales en medio de una política monetaria expansiva liderada por la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo como medidas contra la crisis del 2008. Este exceso de liquidez en la economía despertó interés por parte de inversionistas por activos de más riesgo, pero con mayores posibilidades de retornos. Uno de esos mercados fue el de los financiadores de startups como Uber y Rappi, un mercado que hasta comienzos del 2022 experimentó un boom sin precedentes: el valor de la inversión de capital de riesgo en los Estados Unidos pasó de unos 30.000 millones de dólares en 2010 a más de 300.000 millones en 2021, se multiplicó por 10.

Una cifra similar (328.346 millones de dólares) fue el PIB de Colombia en 2022. Es decir, fue como si todo lo que produce un país de 50 millones de habitantes como el nuestro se pusiera en inversiones de capital de riesgo.

SVB, el banco predilecto de las startups, no fue ajeno a ese boom. Pasaron de tener unos 50.000 millones en depósitos en 2019 a unos 200.000 millones en 2022. La naturaleza de sus clientes hacía que SVB tuviera unas condiciones distintas a las de los demás bancos comerciales: tenían unos pocos clientes inestables y altos montos depositados por cada uno de estos. Con estas condiciones, los administradores de SVB decidieron invertir gran parte de estos nuevos depósitos en activos como bonos de largo plazo del Tesoros de EE.UU., apuestas más “seguras” que en el futuro les darían algún tipo de rendimiento.

Todo esto fue antes de que la Reserva Federal empezará a aumentar sus tasas para combatir la inflación.

Con el aumento de las tasas de interés, SVB descubrió que esos inversiones tan “seguras” en realidad no lo eran. El valor de los casi 100.000 millones que tenían en bonos empezó a desvalorizarse. Al mismo tiempo, el aumento en las tasas de interés redujo el apetito por inversiones riesgosas como las startups, por lo cual muchos de los clientes se quedaron sin financiamiento, provocando que los depósitos del banco, en vez de los incrementos a los que se habían acostumbrado, empezaran a reducirse. Se vieron forzados a vender parte de sus bonos a pérdida, haciendo que sus pocos clientes entraran en pánico y decidieran sacar sus fondos del banco, culminando en la quiebra que se ha robado los titulares durante toda la semana.

El colapso de alta velocidad de SVB desenmascara un riesgo subestimado dentro del sistema financiero. La normativa vigente de Estados Unidos no requiere que la mayoría de los bancos registren la caída del precio de los bonos que planean mantener hasta su vencimiento. Solo los bancos muy grandes deben marcar a precio de mercado todos sus bonos que están disponibles para negociar. Pero, como descubrió SVB, si un banco se tambalea y debe vender bonos, las pérdidas no reconocidas se vuelven reales. A diferencia de los complejos derivados financieros que llevaron a la crisis de 2008, la quiebra de SVB y su efectos colaterales involucra un error mucho más sencillo: no prever el riesgo que traería un cambio en las tasas de interés.

¿Cuántos otros bancos se habrán llenado de bonos de largo plazo cuando las tasas de interés eran bajas? Esta es la pregunta que desvela a reguladores e inversionistas, y la que también deja a la Reserva Federal y otros bancos centrales del mundo ante un gran dilema. ¿Deben seguir aumentando sus tasas para combatir la inflación? Desde que los bancos centrales de todo el mundo comenzaron a subir rápidamente las tasas de interés, los inversores, analistas y economistas han estado atentos a señales de que algo en las tuberías del mercado se estaba rompiendo. Parece que esa tubería finalmente se rompió.

El anuncio que se espera por parte de la Reserva Federal sobre cuál será el camino de su tasa de interés nos ayudará a entender mejor la magnitud de la crisis que ellos están viendo. Desde Colombia habrá que estar atentos. .

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