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Las bodegas de Petro pagadas con impuestos

Salta a la vista que Gustavo Petro intenta contrarrestar los deplorables resultados de su gobierno en varios frentes poniendo a funcionar a todo vapor el aparato de propaganda del Estado.

hace 18 horas
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  • Las bodegas de Petro pagadas con impuestos

En Colombia hemos tenido que aprender a reírnos para no llorar. Y el estreno del documental sobre Gustavo Petro, promocionado con entusiasmo casi religioso por todas las entidades del Estado, merece al menos una sonrisa irónica. No porque el tema sea menor, sino porque el espectáculo raya en lo grotesco.

Imagine al ciudadano que entra a las redes sociales del Invima esperando saber si ya salió la alerta sobre medicamentos falsos y en vez de eso se encuentra con un tráiler de la vida del presidente. O al usuario que consulta en la ANI para ver el estado de una vía y se topa con la invitación a ver la epopeya del “cambio histórico”.

El problema, claro, no es el humor o el malestar que despierta la situación, sino el trasfondo que es verdaderamente grave. Los ministerios convertidos en bodegas al servicio de la figura de un gobernante parece más una táctica de dictadores de ingrata recordación en la historia que la práctica de un Estado que se toma con seriedad la democracia. La comparación es inevitable: el norcoreano Kim Jong Un, por ejemplo, proyecta documentales enteros para mostrar cómo inspecciona campos de arroz, mientras en la Alemania nazi, Goebbels instalaba radios en cafés y fábricas para que nadie pudiera escapar de los discursos del Führer.

Aquí, por fortuna, no hemos llegado a tanto. Pero si queda un extraño sabor cuando se abre X y aparece una catarata de mensajes de entidades del Estado, algunas incluso pagando pauta, para garantizar que ningún colombiano se escape del mensaje del Presidente de la República.

Y no es que pensemos que Petro es como Hitler o como Jong Un, no son comparables en muchos otros aspectos. Aquí, por fortuna, todavía tenemos derecho a la sátira. Lo que queremos resaltar es que cuando las cuentas del Estado —pagadas con impuestos de todos— se convierten en altavoces de una película sobre el presidente, no estamos ante un gesto inocente, sino frente a una apropiación indebida de lo público.

Y es que sin ningún pudor, hace pocos días, Petro dejó claro que va a radicalizar su discurso en los 11 meses que le restan en la Casa de Nariño –ya 10 meses y medio– y que para replicar sus mensajes se valdrá de los jefes de prensa de todas las entidades públicas. Es decir, las va a utilizar como una suerte de bodegas personales.

“Las redes mías no son de 77 entidades, son como de 3.000 personas que saben que hay que ganar una batalla de comunicación”, respondió Petro a un informe de La Silla Vacía que hizo dicho conteo. ¿Acaso son 3.000 personas pagadas con nuestros impuestos para hacer propaganda personal?

De hecho, en una reunión con los jefes de oficinas de comunicación, Petro los regañó por no haberlo defendido cuando dijo el absurdo de que se habían vendido 10 millones de toneladas de lechona en Osaka, Japón. Así o más personal.

Todos esas cuentas, además de su documental, también replicaron la narrativa de que Petro no ha tenido nada que ver con el descalabro de la Nueva EPS, sino que todo es culpa de los anteriores gobiernos. Con esa avalancha de trinos intentó, por ejemplo, minimizar el dramático informe de la Contraloría que señala que el actual gobierno tiene a la Nueva EPS al borde de la quiebra.

Al fin y al cabo, como diría Goebbels, a quien tanto menciona Petro, una mentira repetida mil veces puede convertirse en verdad y a eso parece estarle apostando el Presidente.

De todas maneras, el mandatario y sus bodegas tendrán que hacer mucho esfuerzo para lograr tapar la verdad, al menos en el caso de la salud. La encuesta de hogares del Dane de 2022 dejó claro que el 88% de los colombianos calificaron como “muy buena” y “buena” la “calidad del servicio de salud” de las EPS del contributivo y lo propio el 86% del subsidiado. Esa constancia que ha quedado para la historia será difícil de borrar. Es evidente el daño propinado a la salud en estos tres años de su gobierno.

Salta a la vista que Gustavo Petro intenta contrarrestar los deplorables resultados de su gobierno en varios frentes poniendo a funcionar a todo vapor el aparato de propaganda del Estado.

Pero la propaganda no tapa realidades. La revista The Economist fue brutal esta semana al preguntarse si Colombia está a las “puertas del infierno”, señalando el deterioro en seguridad, economía y gobernabilidad. Y mientras tanto, el mandatario cree que el verdadero incendio se apaga con un tráiler sobre su propia vida.

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