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La Patria cantinflesca

En apenas 22 días que llevamos de este año, bien podríamos ganarnos ya el apelativo de Patria cantinflesca por el grado de desorden al que ha llegado el Estado.

22 de enero de 2023
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El grado de desorden al que hemos llegado en el Estado colombiano no tiene nombre. O tal vez sí: podría bautizarse como la Patria desordenada. Y si nos afanan un poco más hasta podríamos ganarnos el apelativo de la Patria cantinflesca.

Hace poco más de 200 años, Antonio Nariño bautizó a Colombia como la Patria Boba porque en un período de cinco años entre la declaración de Independencia (1810) y la reconquista de Pablo Morillo (1815) el país, o mejor la nación que apenas intentaba nacer, se enfrascó y se paralizó por peleas inútiles entre los centralistas y los federalistas.

¿Por qué la Patria desordenada? No hemos terminado el primer mes de este 2023 y el país ha pasado por una trepidante carrera de anuncios, cada uno más sorprendente que el otro, y por varias metidas de patas que muestran un fenomenal desorden por parte del Gobierno Nacional.

El 31 de diciembre tuvimos el anuncio del acuerdo para el cese al fuego bilateral con cinco bandas criminales. El propio presidente Petro lo anunció con bombos y platillos, como el gran regalo de año nuevo, y firmó los respectivos decretos. Pero dos o tres días después el ELN mandó a decir que el tal acuerdo no existía.

Un día antes, el 30 de diciembre, el Gobierno publicó los lineamientos de un plan para formalizar el empleo público, que se supone entraba en vigencia este primero de enero. En pocas palabras, Presidencia informó que se acababan los contratos por prestación de servicios en el Estado. Pero la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, le mandó carta a la secretaría jurídica de la Presidencia diciéndole que qué pena pero no hay plata para pagar ese plan y menos se podría hacer en el tiempo en el que ellos lo estaban diciendo.

Unos días antes, fue lo de los aviones de guerra. El 17 de diciembre, el presidente Gustavo Petro sacudió las redes sociales con la noticia de que iba a cambiar los aviones de combate Kfir, de origen israelí, por los Rafaelle, de Francia. “Una decisión que tendrá un costo billonario y estratégico que las esposas de los actuales pilotos me lo van a agradecer mucho”, escribió Petro. Pero esta vez, tampoco. Apenas 15 días después, Petro ya estaba diciendo que mejor no. Que no se iba a poder comprar aviones nuevos.

Los dos casos más recientes son el de las cifras de la salud y el de las órdenes de captura de los capos. Hace 10 días el superintendente de salud, Ulahy Beltrán, y la ministra, Carolina Corcho, aseguraron que las EPS les debían a los hospitales 50 billones de pesos. La cifra, cabe anotar, les era útil para sus propósitos de acabar con las EPS. Tras un intenso debate, los dos tuvieron que retractarse. Que qué pena, que se equivocaron, que la deuda es de 23 billones. Lo cual puede seguir siendo mucho dinero, pero el grave problema es que los dos más altos funcionarios del sector salud no sepan la dimensión de los problemas que están administrando.

Y esta semana, el Ministro de Transporte, apurado un poco por los periodistas que lo entrevistaban, soltó la perla de que los peajes no iban a subir este año. Que eso de subir las tarifas cada año, por aquello de la inflación, no iba con este gobierno. El problema es que el ministro no se había dado cuenta de que ya, ese mismo día, el precio de los peajes había subido. Por supuesto, les tocó correr a publicar un decreto para cumplir con esa promesa hecha al aire. Aunque lo que no contaron es que ese dinero igual lo vamos a tener que pagar todos los colombianos.

Y el anuncio-sorpresa más reciente es la resolución que expidió el Gobierno pidiendo que se levantaran las órdenes de captura de 16 capos del ‘Clan del Golfo’ y ‘Los Pachenca’, con los cuales la administración Petro busca adelantar una negociación. El fiscal general les respondió que sobre su cadáver, porque no iba a ir en contra de la Constitución y la Ley. El comandante de la policía se vio en calzas prietas para decir que no los iban a perseguir y que solo si en un retén les pedían papeles y eran ellos ahí si los detenían. Se armó un jaleo de tan alto turmequé, que este jueves, desde Europa, Petro reconoció que el Fiscal “tiene razón” en algunos de sus puntos. Gesto que tranquiliza porque da a entender que el Presidente no necesariamente quiere hacer las cosas a como de lugar. ¡Y apenas llevamos 22 días del año!

Colombia sin duda no se merece esta suerte de maltrato. Seguramente no es adrede, no es a propósito ni mucho menos. Es posible que tenga que ver con la inexperiencia, con la falta de preparación de algunos para conducir las riendas de estas grandes entidades y tal vez también falta entender que cuando se llega al poder no es para imponer la voluntad de un individuo ni una serie de individuos, es para convertirse en servidores públicos.

Nadie niega la buena voluntad que puede motivar al presidente Gustavo Petro en sus iniciativas, pero bien podría bajar la velocidad a su anunciatón como le han dicho algunos, y ver cómo su gobierno puede hacer las cosas mejor.

El Estado, cada vez de manera más urgente, necesita a los mejores, los mejor calificados y, ojalá, los más justos para poder superar los difíciles retos de lo público .

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