El pasado jueves el alcalde Daniel Quintero anunciaba en Twitter que a lo largo del día anunciaría los nuevos miembros de la junta directiva de Empresas Públicas de Medellín (EPM) con los que la ciudad comenzaría una “nueva era”. El jueves no se supo nada y solo ayer, en horas de la mañana, fueron anunciados tres de los nombres de los ocho que debe escoger (al cierre de esta edición solo se conocían esos tres).
Si, como todo parece indicar y lo dijo en entrevistas radiales uno de los miembros salientes de la junta –Oswaldo León Gómez– el cambio de junta estaba siendo pensado hacía rato por el alcalde, se puede interpretar entonces que esté jugando con los tiempos de modo que combine el efecto de las designaciones, primero la de los “técnicos”, para después anunciar la de sus aliados políticos.
Anunciaba también ayer por la mañana que “Solicitaré revisar el Gobierno Corporativo para ajustarlo a las mejores prácticas internacionales defendiendo siempre los intereses de EPM, con independencia, honestidad y transparencia”. Valores que no debe ser solo enunciados de trinos sino ejecutorias verificables de quienes saben que llegan a un entorno en el cual están advertidos de que “si no gustan, se cambian”. A la independencia, la honestidad y la transparencia habrá que unir inescindiblemente el carácter y la verticalidad.
Siendo EPM un patrimonio que los antioqueños y, en particular, los medellinenses, consideran tan propio, tan sensible y siempre tan expuesto, no se le debe privar de la oportunidad de contar con expertos en su junta directiva, sean nacionales e incluso extranjeros, que traigan una visión global del entorno de los negocios internacionales, de las tecnologías aplicadas y de las estrategias financieras propias de una multilatina.
Por el momento, una exministra de Medio Ambiente y dos abogados, uno corporativo de grupos económicos y otro proveniente de la vertiente política de la rama judicial, fueron los anunciados ayer. Sandra Suárez es la gerente general de Publicaciones Semana, y Alberto Preciado ha sido uno de los ejecutivos de mayor peso en las empresas pertenecientes al Grupo Santodomingo. Aparte de las incompatibilidades que habrán de declarar de acuerdo con sus roles en otras organizaciones y el compromiso de confidencialidad con información reservada propia de una instancia del más alto nivel de administración corporativa, son ejecutivos a los que se les reconoce competencia, seriedad y sí, independencia, la misma que estará especialmente a prueba en este cuatrienio.
Ha sido muy clara la postura de las principales fuerzas vivas de la ciudad sobre la importancia del buen gobierno corporativo, el mismo sobre el que hubo una inadmisible frivolización tanto por parte del alcalde Quintero como del gerente de EPM, minimizando el daño reputacional causado y los adversos efectos sobre la gobernabilidad, mientras juiciosos analistas perfilaban con cifras lo que económica y financieramente pueden acarrear tales malos modos de obrar.
Por ello es que los miembros entrantes de la junta deben tener la vista puesta en un horizonte muy amplio, varias décadas más allá, al tiempo que se ocupan de poner orden en una entidad que es vital para Medellín y Antioquia pero que trabaja para toda Colombia y para países de nuestro entorno.