La caída de la revocatoria del alcalde Daniel Quintero en el Consejo Nacional Electoral estaba cantada. La figura está hecha para que se atasque en el CNE. Y solo supera ese filtro en casos en los cuales los mandatarios no tienen influencia alguna en el tinglado político nacional.
En los 30 años de historia de la figura solo han sido revocados dos alcaldes de pueblos pequeños: el de Tasco (Boyacá), un pueblo de 6.000 habitantes, en 2013, y la de Susa (Cundinamarca), de 12.000 habitantes, el pasado febrero.
El Consejo Nacional Electoral es un órgano que ha hecho historia porque ahí “no pasa nada”. No pasó nada con la financiación ilegal de campañas presidenciales en el caso Odebrecht, que las archivaron sin pena ni gloria. Y lo mismo en su momento con el Proceso 8.000: a pesar de las pruebas de la financiación de los narcos a la campaña de Samper, en el CNE le dieron el visto bueno a las cuentas. Incluso en el caso del referendo para la segunda reelección de Álvaro Uribe también se hicieron los locos con las cuentas del comité del referendo y fue la Corte Constitucional la que tumbó la iniciativa.
En todos esos casos se han probado flagrantes irregularidades. Y a pesar de que el CNE puede suspender o cancelar personerías jurídicas de los partidos, los magistrados se hicieron los de la vista gorda en esos escándalos.
El Consejo Electoral está armado de tal manera que no busca la rigurosidad; desde su diseño institucional está pensado como un cuerpo que representa intereses de sectores políticos. Actualmente, los nueve magistrados están distribuidos de la siguiente manera: dos liberales, dos del Centro Democrático, dos conservadores, un representante de la oposición de izquierda, uno de Cambio Radial y uno de la U. Basta con que dos no estén de acuerdo para que difícilmente se llegue a una decisión.
En el caso de la revocatoria del alcalde Quintero, los conocedores de los intríngulis del CNE hablan del papel que jugó el magistrado Jaime Luis Lacouture, que llegó allí gracias al senador conservador Carlos Andrés Trujillo, un gran aliado del alcalde. Lacouture fue, precisamente, el que pidió investigar al comité revocador. Y quien llevó a cuestas el caso fue el magistrado César Abreo, un cucuteño que logró cupo en el CNE apadrinado por el representante nortesantandereano Alejandro Chacón, quien se hizo en el Partido Liberal con el expresidente César Gaviria, también gran aliado del alcalde Quintero.
Por eso no resulta extraño que los dos hallazgos con los cuales el CNE tumba la revocatoria de Quintero sean debatibles. El primero, una supuesta violación de topes por 25 millones de pesos que, el comité revocador alega, no son una donación, sino un gasto. Y el otro, el hecho de que no aparece un segundo pago a la contadora, lo que llevaría a superar también topes permitidos. Más allá de si son detalles importantes o no, esa es la democracia y hay que respetar los fallos.
Si alguna conclusión se debe sacar es que este proceso es otra prueba de que las revocatorias no han resultado ser la mejor herramienta para una democracia. No es sano para la estabilidad de una sociedad estar en campañas anti o pro que distraen al gobernante de su tarea y a la ciudadanía de su función de hacer veeduría. Nadie sale del todo bien librado. Ni siquiera el alcalde Quintero, quien, a pesar de que lo celebró como un triunfo, sufrió un desgaste importante en todo este proceso.
Las acusaciones temerarias que lanzó como aquella de que ingresaron recursos del narcotráfico y de los delincuentes para financiar la campaña de recolección de firmas le pasó factura. Le reclamaban en uno de los programas mañaneros de la radio porque a todo el que no estaba de acuerdo con él lo señalaba de mafioso. Y también dejan un mal sabor denuncias como que desde la alcaldía presionaron a contratistas para que entorpecieran la revocatoria, so pena de no renovarles los contratos.
Una vez más hay que decir que el momento en el cual los ciudadanos deben tomar sus decisiones es en las elecciones de cada cuatro años. En Perú se pusieron en práctica las revocatorias antes que en Colombia y los resultados son desastrosos