El Banco de la República, BR, dio a conocer el Informe de Política Monetaria de julio de 2020. El documento, con un completo análisis de la situación de la economía colombiana, fue parte fundamental de la información que tomó en cuenta la Junta Directiva para su decisión de bajar la tasa de interés de política en su reunión de julio, hasta llevarla a 2,25 %. En esta ocasión el documento tiene un interés especial porque los técnicos presentan sus proyecciones para los dos próximos años.
La incertidumbre está presente en la senda que pueda tomar la economía mundial, pero también la local. Tiene su origen en la evolución de la crisis sanitaria y hace difícil hacer cualquier prospectiva. Los rebrotes en algunos países en proceso de abrir sus economías mostraron la vulnerabilidad frente a la enfermedad, llevando a nuevas medidas sanitarias con consecuencias sobre la velocidad de la recuperación.
El BR considera que en la economía global lo más terrible ya pasó. La dificultad para controlar el covid-19 provoca una recuperación más lenta de la economía mundial y local, pero no su colapso. Hay mejores condiciones financieras externas: se redujeron las primas de riesgo soberano, los bancos centrales están irrigando abundante liquidez. Se recupera el mercado de petróleo y las remesas de los trabajadores se están reanimando.
Ese mejor entorno para Colombia es fundamental para fortalecer nuestros ingresos externos. Teniendo en cuenta que, según los cálculos, los términos de intercambio caen 20 % en el año. La recuperación mundial, aunque débil y problemática, significa mejores perspectivas para los precios del petróleo colombiano y para los demás productos de exportación.
El duro choque de ingreso, producido por el desplome de los términos de intercambio, estuvo acompañado de la parálisis de la producción por el cierre de la economía, que redujo el ingreso de empresas y hogares y por esa vía la demanda interna. En el agregado cayeron el consumo y la inversión y, aunque no hay datos completos, los estimativos muestran que el choque de demanda fue aún mayor que el de oferta.
En esas condiciones, la economía entró en recesión desde el segundo trimestre de 2020, cuando según los estimativos habría decrecido alrededor de 16,5 %. La peor cifra desde que hay registros. Para el año completo, la caída del producto será alrededor del 8,5 %, en un rango entre el -10 % y el -6 %. La recuperación en 2021 será lenta y la economía crecerá 4,1 %. Un desempeño muy pobre que va a reducir muy lentamente el desempleo que, a finales de 2020, estará alrededor del 18 %.
El mensaje es claro, la economía va a crecer en los próximos dos años por debajo de su potencial de crecimiento con una demanda muy deprimida, excesos de capacidad productiva y bajas presiones de costos laborales. Eso va a permitir que se corrija en buena medida el déficit en cuenta corriente, por las menores importaciones. También se disminuyen las presiones inflacionarias. La de este año estará entre 1 % y 2 %, por debajo de la meta para esa variable, que es 3 %.
Es una cruda relación de los primeros daños causados por los choques que afectaron a la economía, en línea con otros países, pero inédita en todo caso. Los retos para la política monetaria y la fiscal vienen de que no es una crisis como otras, y alcanzar la reactivación requiere que sea con empleo y con recuperación del tejido empresarial.