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La culpa de Trump

Trump ya no tiene ni el apoyo de su familia en su persistente cuento de que le robaron las elecciones, pero sigue negando tercamente la realidad de su derrota.

18 de junio de 2022
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En los siete años que lleva en la arena política de Estados Unidos, desde cuando irrumpió en una escalera eléctrica de Nueva York, Donald Trump siempre había tenido un as bajo la manga: el apoyo irrestricto de su familia. Esa unanimidad se rompió el pasado 9 de junio de 2022. Ivanka Trump, su hija predilecta, se salió de la fila. Admitió que Donald Trump perdió las elecciones de noviembre de 2020. Un reconocimiento demoledor para el expresidente teniendo en cuenta que él se opuso a aceptar la derrota.

La declaración de Ivanka Trump ocurrió la semana pasada durante la primera sesión en el Congreso de Estados Unidos de la comisión que investiga el ataque al Capitolio del 6 de enero. Le preguntaron por su reacción cuando William Barr, para entonces fiscal general, dijo en ese diciembre que no era cierto que hubiera habido un fraude electoral generalizado. Y ella respondió: “Respeto al secretario de Justicia Barr, así que acepté lo que decía”.

En la misma declaración, Ivanka Trump aseguró que no creía que su padre estuviera en condiciones de declarar la victoria el día de las elecciones. Dijo que en la Casa Blanca, la noche de las elecciones, Trump se movió entre la residencia y una habitación cercana donde estaban algunos miembros de la familia.

Cuando le preguntaron si participó en la decisión sobre si su padre-presidente debería confirmar la victoria, Ivanka dijo: “No sé si tenía una opinión definitiva sobre lo que se debía decir. Los resultados aún se estaban contando y quedaba claro que la carrera no se definiría la noche de las elecciones”.

A Donald Trump no le gustó la respuesta. Trinó el viernes pasado: “Ivanka Trump no estuvo involucrada en el examen o estudio de los resultados de las elecciones. Hace tiempo que se desentendió y, en mi opinión, solo trataba de ser respetuosa con Bill Barr y su posición como secretario de Justicia (¡apestaba!)”.

El comité de la Cámara de Representantes transmitió los testimonios grabados en video de personas con información privilegiada de la Casa Blanca durante el gobierno de Donald Trump y en ellos se describe cómo cada uno le dijo a Trump, después de las elecciones en 2020, que no había evidencia creíble de que se hubieran robado las elecciones. También testificaron que fueron ignorados, ridiculizados y dejados de lado por el expresidente mientras este persistía en lanzar afirmaciones sin fundamento que sentaron las bases para el violento ataque al Capitolio dos meses después, en enero de 2021.

El comité, en sus revelaciones, se centró en probar los esfuerzos de Trump para crear una narrativa de fraude electoral masivo que no tenía base en la realidad y, de hecho, iba contra el consejo que estaba recibiendo de algunos de sus asesores más importantes. Bill Stepien, el gerente de campaña, describió haber asesorado a Trump y sus diputados antes y después de las elecciones sobre su estrecho camino hacia la victoria, y concluyó a mediados de noviembre que las posibilidades de Trump eran “muy, muy, muy sombrías”.

Mientras tanto, el exfiscal general William P. Barr dijo que concluyó temprano después de la votación de noviembre de 2020 que las afirmaciones de elecciones robadas “eran completamente falsas y tontas y se basaban en información errónea”. Barr, varios asesores de Trump, incluido su yerno Jared Kushner y el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, intentaron convencer a Trump de que fuera “más realista” y aceptara su derrota.

Para el 14 de diciembre, Barr concluyó que Trump se había “alejado de la realidad si realmente cree en estas cosas”. “Mi opinión entonces y mi opinión ahora es que la elección no se la robaron”, dijo Barr en la declaración. “Y no he visto nada desde las elecciones que me haga cambiar de opinión al respecto”.

Chris Stirewalt, de Fox News, explicó una dinámica clave detrás de los resultados de las elecciones presidenciales de 2020: el llamado “espejismo rojo”. Debido a que Trump había alentado a sus seguidores a votar en persona el día de las elecciones y no a votar por correo, los resultados anticipados serían desproporcionadamente republicanos, y los márgenes se reducirían una vez que se contaran más boletas por correo a lo largo del proceso. Trump luego citaría esos márgenes cada vez más estrechos como prueba de fraude electoral. Pero Stepien testificó que a Trump se le había informado sobre cómo se procesarían los resultados de las elecciones.

A Trump no le gustó. Era una imagen negativa para su campaña. En cambio, buscó alterar los resultados. Hasta el último minuto de su presidencia, hizo todo para no perder. La duda, sin embargo, es qué pasará en el 2024. Es evidente que Trump buscará la nominación republicana. Ya demostró que no respeta las reglas de juego, y que, de concretarse, será una candidatura peligrosa para la democracia del norte.

Ojalá mañana en Colombia ninguno de los dos candidatos se monte en la misma terquedad de Trump, ni mucho menos trate de montar narrativas para desconocer la derrota. El resultado de las urnas debe ser respetado. Por duro que sea 

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