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La Bolsa de Valores... a pesar de Petro

La Bolsa de Valores de Colombia vive un buen momento, pero no gracias al presidente Petro, sino a pesar de él. Es mérito de las empresas, de su capacidad de adaptación y de la resistencia institucional del país.

hace 3 horas
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  • La Bolsa de Valores... a pesar de Petro

El Gobierno Nacional no esconde su desespero por tener más recursos de los cuales disponer: su afán por gastar y gastar ha tenido ya varios impactos visibles. Primero, se ha casi duplicado el presupuesto de gastos desde 2020. Segundo, el país cierra el año con el peor déficit fiscal de la historia reciente sin una crisis de por medio que lo justifique. Y tercero, el gobierno ha intentado todo tipo de presiones e intimidaciones al Congreso para aprobar reformas tributarias asfixiantes al sector privado.

La nueva narrativa del presidente Gustavo Petro para justificar esta política tributaria es tan simplista como peligrosa: no importa que Colombia tenga una de las tarifas de renta corporativa más altas del mundo, ni que al sumar impuestos al dividendo, al patrimonio y otros tributos, la carga efectiva sobre las empresas sea cercana a niveles expropiatorios. Según él, si las compañías que cotizan en bolsa están mostrando buenos resultados, es hora de que “pongan más de su parte” y paguen aún más impuestos para financiar el desbordado gasto estatal.

El argumento del mandatario se basa en una noticia reciente: el COLCAP, índice que agrupa las acciones más representativas y líquidas de la Bolsa de Valores de Colombia (BVC), alcanzó máximos históricos. Pero esa afirmación, más allá del titular, exige contexto.

Conviene recordar que, hasta hace muy poco, la bolsa colombiana atravesaba uno de los peores momentos de su historia reciente. Desde su pico en 2014, cuando el COLCAP rozó los 1.700 puntos, el índice cayó por debajo de los 1.000 tras la pandemia. Luego repuntó brevemente en 2022 hasta los 1.500 puntos, solo para desplomarse de nuevo tras la victoria de Petro en segunda vuelta, en medio de un entorno inflacionario adverso. En 2023, el índice volvió a niveles similares a los de la crisis por pandemia, reflejo de una desconfianza estructural del mercado frente al nuevo gobierno.

Ese mismo año, un informe de JP Morgan advertía que las valoraciones de la BVC eran las más bajas entre todos los mercados emergentes, e incluso se consideraba la posibilidad de reclasificar a Colombia como “mercado frontera”, lo que habría provocado más desinversiones por parte de fondos internacionales. El panorama era sombrío y el futuro incierto.

Sin embargo, esa tendencia ha sido revertida, al menos parcialmente, gracias a la fortaleza y a decisiones estratégicas de varias compañías listadas en la bolsa. Lejos de resignarse, muchas de ellas adoptaron medidas que demostraron que sus precios en bolsa no reflejaban su verdadero valor.

Bancolombia, por ejemplo, se reorganizó bajo la figura de Cibest, permitiendo una valoración más precisa de sus activos más allá del banco en Colombia. Cementos Argos cerró una operación histórica en Estados Unidos por la cual obtuvo cerca de USD 4.100 millones, un valor muy superior al que reflejaba su acción en la bolsa. Sura, Argos y Nutresa pusieron fin a sus complejas participaciones cruzadas, simplificando su estructura y entregando directamente a los accionistas estas participaciones, una reestructuración celebrada por los mercados. Davivienda y Scotiabank fusionaron operaciones, mientras que otras empresas —como Celsia, Cementos Argos, Grupo Bolívar, Bancolombia o Grupo Argos— iniciaron programas de readquisición de acciones: una señal contundente de que consideraban los precios de mercado tan inferiores a su valor real, que representaba una gran oportunidad de inversión recomprar sus propios títulos.

Pero hay un factor adicional, quizás el más revelador: el repunte reciente en la bolsa no es gracias al Gobierno, sino por el contrario a la expectativa de que este pronto llegará a su fin. A medida que los inversionistas perciben que las instituciones —en especial el Congreso y la Rama Judicial— han logrado frenar las reformas más nocivas del Ejecutivo, y que en 2026 habrá un cambio de rumbo, han decidido volver a apostarle al país.

Este es el contexto que explica el repunte del COLCAP. No obstante, aún está lejos de ser motivo de celebración. En la última década, incluso con la reciente recuperación, el crecimiento del COLCAP ha sido tres veces inferior al del S&P 500 (Estados Unidos) o al del BOVESPA (Brasil), y menos de la mitad que el del IPSA (Chile). El rezago competitivo es evidente.

Más preocupante aún es el caso de Ecopetrol, la empresa más grande del país y la de peor desempeño dentro del COLCAP. En este caso, sí cabe señalar directamente al gobierno: los escándalos de Ricardo Roa y la intromisión presidencial han deteriorado su gestión y reputación, impactando negativamente el valor de la compañía.

En resumen: la Bolsa de Valores de Colombia vive un buen momento, pero no gracias al presidente Petro, sino a pesar de él. Es mérito de las empresas, de su capacidad de adaptación y de la resistencia institucional del país.

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