El sistema tranviario de la 80, entre las estaciones Caribe - Aguacatala y el tren de cercanías Barbosa - Caldas, son proyectos necesarios y urgentes por su impacto sobre el medio ambiente, la salud pública, la descongestión vial, el mejoramiento de las condiciones de vida de millones de personas y la construcción de un Aburrá compacto, sostenible y respetuoso de sus recursos naturales.
Ejecutarlos en su totalidad, de un envión, en una región y un país con tantas limitaciones, es imposible. Sin embargo, el buen ambiente que hoy se vive entre los gobiernos nacional, departamental y municipal y su alineamiento frente a los mismos, permite, al menos, soñar en que su realización por tramos.
Tal propuesta, que ha sido acogida por expertos y dirigentes gremiales, fue debatida y aprobada en la reunión que sostuvieron la semana pasada el presidente Duque, el gobernador Gaviria, el alcalde Quintero y sus más cercanos colaboradores. El alto costo financiero de las megaobras es enorme: $2,7 billones, tren de la 80, y $4,5 billones Cercanías.
El metro de la 80, al que el presidente Duque ha ratificado su apoyo financiero, comenzaría en su tramo Caribe, Línea A - Floresta, línea B, con un costo de $1,3 billones.
Algo similar se contempla para el tren de Cercanías, de 63 km de extensión, entre Barbosa y Caldas, que ahora se llama “tren del Río” y se ejecutará, en una primera etapa, entre Bello y la estación Industriales del Metro, $1,4 billones y 12,8 km de extensión.
Para la estructura de la 80 la alcaldía solo cuenta con el 30 %. El 70 % restante llegaría de la Nación. En el caso del tren de Cercanías, Antioquia aportaría $698.000 y del gobierno central se esperan $791.000 millones.
En consecuencia, ejecutar ambos planes, cuya construcción tardará varios gobiernos, depende del aporte de la Nación que, valga decirlo, hoy está comprometida en otras megaobras en territorio paisa de importancia nacional, como el Toyo y las vías de la Prosperidad o 4G.
Si bien el primer mandatario ha valorado la importancia y urgencia de ambas obras y se ha mostrado firme en su apoyo, esta misma energía esperamos también irradie al Ministro de Hacienda y el Departamento Nacional de Planeación, que son quienes dirán la última palabra para autorizar los recursos con vigencias futuras.
Construir el metro de la 80, se hará sobre una zona densamente poblada, comercial e industrial de principio a fin. Es tan compleja la obra que solo es comparable con aquello que fue hacer realidad el tren metropolitano, expresión de orgullo y tenacidad del pueblo paisa, y suma de voluntades de su dirigencia, pública y privada, medios de comunicación y ciudadanos. La misma que ahora se necesita para la movilidad del nuevo Aburrá.
Estas obras, vale insistir, no son lujo ni capricho paisa. Son claves en la defensa de la calidad del aire, la salud pública y referentes para el desarrollo sostenible de otras ciudades y áreas metropolitanas. El sistema metro evita la emisión anual de más de 21.000 toneladas de agentes tóxicos al aire, disminuyendo en gran escala los riesgos de enfermedades y muertes prematuras asociadas a la contaminación ambiental.
Cifras del Departamento Nacional de Planeación (2018) estimaron los costos en la salud asociados a la degradación ambiental en el país en $20,7 billones (más de tres veces lo que valen ambos proyectos), relacionados con 13.718 muertes prematuras y cerca de 98 millones de síntomas y enfermedades. En el Aburrá el número de muertes tempranas asociadas al mismo fenómeno alcanzan los 5.800 casos cada año, según estudio científico, contratado por el Área Metropolitana. Por encima de todo está la defensa de la salud pública y el bienestar general. Esto no admite discusión, ni desencuentros regionales o nacionales.