El anuncio de la compañía productos de Colombia (Prodeco) de renunciar a sus contratos de concesión minera es de la mayor gravedad. No solamente por la reducción de los ingresos para el país y las regiones donde están ubicadas las minas, sino también porque representa un campanazo de alerta sobre el futuro de nuestro carbón, dada la tendencia que se está observando en el mercado internacional de ese producto.
El hecho es que Prodeco, la empresa de la multinacional suiza Glencore que desarrolló en Colombia sus minas de carbón, considera que el negocio no es rentable. Después de haber invertido, según la empresa, durante 30 años más de US$3 billones y pagado alrededor de US$3 billones en regalías e impuestos, las cuentas ya no dan ante la evolución de los precios externos del carbón.
La salida de la empresa es un golpe fuerte para la economía colombiana. Se estima que el carbón de Glencore producido en el Cesar pesa un 25 % en el total del país, mientras que es la tercera empresa exportadora después de Drummond y Cerrejón (en la cual tiene participación accionaria). Sin olvidar que el carbón es el segundo en la canasta exportadora, después del petróleo.
El impacto en el departamento es grande; se perderán 1.200 empleos directos y 15,3 millones anuales de toneladas de carbón, si se toma 2019 como año de referencia. Las finanzas del departamento del Cesar se verán afectadas y podrían perder $65 mil millones de regalías, que fue la cifra que recibió en 2019-2020. Los municipios en donde están las minas (la Jagua de Ibirico y Becerril) dejarían de percibir $15 mil millones de regalías.
Lo que está sucediendo con Prodeco tiene, además de sus efectos negativos de corto plazo, unas implicaciones muy complicadas para Colombia en el largo plazo. En el mundo, el consumo de carbón está declinando como parte del proceso de transición energética hacia una producción de energías con fuentes más limpias. En Colombia, la expansión de los proyectos actuales ha tenido dificultades en el licenciamiento ambiental.
El consumo de carbón, la mayor fuente de producción de los gases de invernadero, cayó 39 % en Estados Unidos y en Europa desde 2009. Además, ya la Agencia Internacional de Energía reconoció que el consumo de carbón no retornará a los niveles anteriores a la pandemia. El carbón todavía representa el 27 % de la producción de energía y la reducción de su utilización será lenta pero firme y no parece haber marcha atrás.
Las grandes empresas mineras están cambiando su estrategia ante esa realidad. Glencore misma, quiere ser una empresa que produzca cero emisiones de carbón en 2050 y por esa razón se va a concentrar en la producción de metales (cobre, cobalto y níquel) y minerales que faciliten alcanzar esa meta, lo cual implica un manejo responsable de los activos en carbón y una reducción estratégica del portafolio de ese producto.
Ante esa perspectiva la pregunta es ¿qué va a hacer Colombia con su carbón? El país cuenta con unas reservas de carbón que representan, según la Agencia Nacional Minera, el 90 % del carbón metalúrgico y el 40% del térmico de LAC (Centro, Suramérica y el Caribe). Pero no las va a poder explotar más allá de 2030. ¿Deberá facilitar su explotación en esta década y apostarle desde ya a la diversificación minera con minería bien hecha de cobre y oro? No hay tiempo que perder para alinear las políticas a las realidades de los tiempos