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El año en que llegó la izquierda al poder

Lo que despierta inquietudes no es que Petro sea de izquierda, es su estilo de hacer las cosas.

29 de diciembre de 2022
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Hace pocos días, en su cuenta de twitter, el ex concejal de Bogotá por el Polo Democrático Carlos Vicente de Roux compartió una anécdota muy ilustrativa. Contó de una ocasión en la que estaba en el despacho de Gustavo Petro cuando el hoy Presidente era Alcalde de Bogotá. Allí llegó Antonio Navarro, secretario de gobierno, a decirle a Petro que no era bueno estar haciendo anuncios públicos de gran dimensión sin haberlos estudiado y analizado antes. Petro, cuenta la anécdota, estaba en su computador, en twitter: los miró en silencio por unos segundos y volvió al computador.

Esta historia, muy ilustrativa del estilo del presidente Petro, cae como anillo al dedo para ilustrar lo que en realidad es la inquietud que hoy tenemos millones de colombianos, y que no tiene que ver con que Petro sea de izquierda: tiene que ver con cómo es él.

2022 será recordado como el año en que la izquierda llegó a la Presidencia de Colombia. Llegó con una ventaja incuestionable, tras una campaña que tuvo mucho de meritoria, pero que también estuvo lamentablemente basada en estrategias como el “quemar” contrincantes y críticos, y el esparcir falsedades y noticias sin fundamento. Cómo olvidar al asesor de campaña de Petro Sebastián Guanumen, hoy premiado con un puesto diplomático, diciendo que había que correr la línea ética.

El hecho por sí mismo de que la izquierda ganara la Presidencia es completamente válido, y tratándose de una victoria democrática en franca lid, lo único que procede es el reconocimiento y las felicitaciones, así nos sea imposible aceptar el uso de algunas tácticas. Pero por encima de todo está la democracia, y el veredicto de las urnas se acata sin vacilación.

Pero no solo se acata: se le da la bienvenida, se le ofrece toda la colaboración que pueda venir de parte de todos, y se le da la oportunidad de poner en marcha su agenda. Al fin y al cabo, todos somos pasajeros del mismo barco y a todos nos conviene que el barco navegue bien.

Además, tras décadas de políticas inspiradas principalmente en modelos de derecha y centro-derecha, no hay nada malo en recibir el aporte de otras visiones. La izquierda puede estar viendo cosas que no esté viendo la derecha, y puede tener ideas prácticas que no se le hubieran ocurrido a los sectores que antes gobernaban. Con espíritu práctico, y de nuevo pensando en la salud de ese barco en el que todos navegamos, las visiones y propuestas que se ofrezcan constructivamente deben tener su oportunidad.

No nos preocupa, entonces, que Gustavo Petro sea un presidente de izquierda. Nuestras inquietudes, que ofreceremos siempre de manera respetuosa, tienen que ver con un cierto estilo de hacer las cosas y unas ciertas inclinaciones que a veces muestra el Primer Mandatario. Un estilo que nos hace temer por la calidad de nuestras políticas públicas, y unas inclinaciones que nos hacen a veces temer por la integridad de las instituciones.

¿Cómo sintetizar esas inquietudes?

Primero, preocupa que se destruya lo que funciona. Preocupa que, en virtud de seguir dogmas ideológicos, y sin tener un plan claro, se eche por tierra aquellas cosas que nos ha costado trabajo construir, y que incluso en medio de problemas vienen funcionando bien. Son las cosas que requieren cambio más no su destrucción. Es el caso de los sistemas de pensiones y de salud, que el Presidente se ha obstinado en acabar. En uno de los casos (salud) ni siquiera hay un plan de cómo sustituirlo. En el otro (pensiones) la existencia de un plan contrasta con declaraciones como las del presidente de Colpensiones, Jaime Dussán, que muestran que el riesgo de que se destruya el capital pensional de los colombianos no ha desaparecido.

Segundo, preocupa el desorden administrativo. Este gobierno se demoró varios meses en conformarse. Muchas entidades ni siquiera han arrancado y funcionan por la inercia con la que venían. Por todo lado se oye de purgas del equipo humano de las entidades, el que sabe cómo hacer las cosas, ya sea porque los acusan de duquistas, o para darles puestos a políticos. Que una entidad del tamaño y la importancia de Bienestar Familiar se le haya confiado a una vecina, porque es amiga de la Primera Dama, es alarmante muestra de la falta de criterio ejecutivo.

Finalmente, preocupa que exista una intención de socavar las instituciones democráticas. Ya en una ocasión Petro se refirió a ellas como un “enemigo interno” que supuestamente no lo deja hacer los cambios que prometió. Durante la campaña, eran constantes las referencias a que si las cosas no le salían a su manera, la respuesta iba a ser salir “a las calles”. Preocupación especial merece la fijación del Presidente con atacar al Banco de la República, entidad de cuya independencia depende nuestra moneda.

Nuestro deseo para 2023 es que al Gobierno le vaya bien si eso significa que a todos nos va bien. Que pueda dar más contenido a sus propuestas. Que escuche más a quienes conocen. Que no prescinda de quienes saben hacer las cosas. Que no destruya por destruir. Y que cuide ese tesoro que son nuestras instituciones

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