Aunque la pandemia, en términos absolutos, solo ha afectado al 0,51 por ciento de la población colombiana, con cerca de 270 mil infectados y una relación de 5 mil infectados por cada millón de habitantes, se impone una racionalidad de doble perspectiva: actuar con disciplina ante el reto sanitario en la cresta de la pandemia, y cuidar lo logrado en materia de control social y reactivación económica.
Para las autoridades es clara la necesidad de extender el aislamiento obligatorio hasta el 30 de agosto, dado que las dos semanas que vienen serán especialmente críticas, en relación con las proyecciones de expansión del coronavirus.
Desde el 25 de marzo, van 127 días de restricciones rigurosas que cambiaron la cotidianidad no solo nacional sino mundial. La realidad es atravesada por la narrativa de una crisis que partió la historia reciente y que en Colombia, por ejemplo, destruyó 5,4 millones de puestos de trabajo en abril, según el Dane, y que hoy, en paralelo, agota el 80 %, o más, de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), indicador que es la principal preocupación en todos los niveles de gobierno.
En el quinto mes de aislamiento, la prioridad es consolidar una combinación eficaz y segura entre controles cada vez más específicos, cuya medida sean las cifras locales de contagio, y el propósito de continuar activando sectores productivos clave. El objetivo es reparar las fisuras sociales y económicas abiertas por la pandemia, en el conjunto de la estructura económica.
Aunque esta semana se abrió una ventana de optimismo, debido a los avances de por lo menos cuatro proyectos de vacuna, que, según las farmacéuticas y gobiernos involucrados, estarían disponibles antes de terminar 2020, la constante es el aumento de los contagios, con casos críticos como el de Bogotá, con el 35 % de los infectados del país y aislamientos estrictos y cercos epidemiológicos zonales.
Antioquia también sufre un contagio inquietante que incluso alcanzó ya a seis alcaldes y a su gobernador encargado. Los infectados en el departamento rondan los 29 mil, con 4 mil 100 casos activos en Medellín y un aumento cercano a los 15 mil -de 5 mil a 20 mil casos- durante julio.
No se puede olvidar que mientras no haya una circulación masiva de vacunas, garantizada para el grueso de la población mundial, la mejor fórmula de prevención y contención de la enfermedad son el autocuidado y la disciplina social, basados en el aislamiento consciente, sostenido.
Europa, por ejemplo, sufre los coletazos de rebrotes en España, lo cual significa un nuevo golpe a la economía ibérica y un mensaje de lo necesaria que es una reapertura social y económica fundada en protocolos rigurosos que hagan cumplir las autoridades, pero que sobre todo respeten los ciudadanos.
EL COLOMBIANO recuerda que se trata de entender que el aislamiento se funda en una causa sustancial: proteger la salud de todos, en especial de las personas en alto riesgo: adultos mayores y población con preexistencias como diabetes, hipertensión, obesidad y problemas respiratorios. En ese contexto, y en días críticos, tapabocas, distancia social e higiene de manos permanente siguen siendo parte de la bioseguridad infaltable.
Agosto será un medidor de las capacidades aprendidas e instaladas para protegernos mutuamente. Por eso hay que redoblar esfuerzos y atender las recomendaciones y medidas activadas. Las que surgen del trabajo sanitario del Estado, pero sobre todo aquellas que dependen de la responsabilidad individual y comunitaria.