Si le preguntáramos cuántas razones hay para creer en los habitantes de Antioquia, ¿se atrevería a dar una cifra? Qué tal esta: 37.000. Sí, es el mismo número de ediciones (incluida esta) que EL COLOMBIANO lleva acompañando a esas personas del común –como usted y como nosotros– que hacen cosas extraordinarias con sus cerebros, que creen en la fuerza de las ideas y que hoy se celebran en las páginas del periódico que sostiene en sus manos. No es para menos: son hombres y mujeres valientes, creativos, trabajadores incansables, solidarios y resilientes, que nos inspiran a continuar.
Hoy no vamos a ahondar en la ilegalidad, la violencia y la viveza, estas etiquetas que casi por inercia, tal vez por desencanto, se suelen citar como señas de los antioqueños. Al contrario, queremos destinar las 70.000 palabras que usamos en esta edición (si sumamos y promediamos hemos escrito unos tres mil millones en la historia de este diario) para reafirmar nuestro compromiso con quienes luchan por superar ese pasado. Hablamos de antioqueños que ponen la vara alta y luego la ubican más arriba; que en vez de esperar a que alguien les señale el camino han construido uno propio, sin atajos, con convicción.
Esos antioqueños que andan por el mundo con la frente en alto, orgullosos de sus raíces y tradiciones, pero ávidos por descubrir qué hay más allá en su región y en el planeta. Ellos saben, por ejemplo, que en Antioquia hay montañas verdes que nos resguardan, pero también hay mar. Son antioqueños que se enorgullecen del progreso económico de su región y de sus empresarios, pero también se saben afortunados por heredar otro tipo de riqueza. Los emociona, por ejemplo, que este es el único departamento en Colombia que tiene cuencas en los ríos Magdalena, Cauca y Atrato y, además, somos la segunda región del país con mayor diversidad de ecosistemas. Estos ciudadanos son nuestra razón de existir. Ese motivo que nos mantiene en pie y nos hace seguir adelante en los días más oscuros: trabajamos con ellos, hombro a hombro, por construir una sociedad mejor.
Y no es que sea algo nuevo, los hemos acompañado en ese trasegar por más de un siglo. Llevamos un buen trecho juntos. Para que se haga una idea, le damos un dato adicional: si pusiéramos cada una de las portadas de EL COLOMBIANO, una detrás de otra, formaríamos una fila de 21 kilómetros, la distancia suficiente para ir de Envigado a Bello y atravesar todo Medellín. ¡Qué orgullo todo lo que hemos andado y lo que nos queda por delante! Hemos sido testigos de cómo pasan la antorcha de sus valores de una generación a otra y hoy refrendamos esa misión. Llevamos 108 años de historia, en una conversación constante que viene y va con nuestras audiencias, en el papel, desde el inicio, y ahora también en las pantallas.
Sabemos de su capacidad para sobreponerse a los momentos difíciles y levantarse con más fuerza tras las crisis y estamos seguros de que esta vez no será la excepción. Nos mueven también a cambiar, a hacer una pausa en el camino e ir más allá de lo urgente a lo importante, detenernos para pensar en la estrategia.
Bien lo dijo Ricardo Leyva, estratega experto en marketing, en una de las tantas conversaciones que tenemos por estos días en EL COLOMBIANO sobre lo que somos hoy y el futuro que queremos: como sociedad hemos transitado de lo que considerábamos “normal” a ese primer choque que trajo la irrupción del coronavirus en cada aspecto de nuestras vidas. Luego, aparecieron las renuncias, las ganancias y los hallazgos que supuso el encierro y, ahora, afrontamos un reto inédito: pasar de la anormalidad a una nueva vida. Como en otros tantos viajes que ha emprendido nuestra audiencia, también queremos acompañarla en esta travesía y mirar con esperanza el nuevo futuro que desde ya podemos crear juntos. Estamos listos para ponernos a la altura de los desafíos de esta época y entendemos que es momento de unirnos, levantarnos y actuar, aferrarnos a nuestros valores de siempre y transformarnos para ser mejores, más fuertes y, ojalá, más sabios que ayer. Hemos estado ahí para todos y lo seguiremos estando. Creemos que Antioquia es más que un lugar, es una promesa que hacen realidad las personas y queremos ser parte de eso.