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¿Compás de espera o acelerador?

Frenar el alza en los precios de los combustibles se convirtió en una de las principales herramientas del gobierno para contener una mayor inflación. El debate es si las tasas de interés deben seguir subiendo o si hay que aguantar un poco.

16 de mayo de 2022
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La elevada inflación se mantiene como uno de los temas de conversación y de mayor interés entre los consumidores y analistas en el mundo. Pocos son los países que se han escapado del alza de precios que golpea tanto a Estados Unidos, que ha visto el mayor incremento en 40 años, como a Colombia, que hace dos décadas no vivía un aumento de esa naturaleza.

En Estados Unidos, la inflación anualizada llegó a 8,3 % en abril pasado, reportando un leve descenso tras siete meses consecutivos al alza. La cifra se conoció días después de que la Reserva Federal, el banco central estadounidense, aumentara en 0,5 % sus tasas de interés, el mayor aumento en veinte años, para llevarlas al 0,75 %, lo que causó un gran revuelo en los mercados internacionales: vieron volatilidades en el precio de las acciones y una subida acelerada del dólar. En Colombia, la divisa superó la semana pasada los $4.100.

La Reserva Federal debió actuar para detener la escalada de precios que está golpeando fuertemente a los consumidores estadounidenses. La gasolina ha tenido un fuerte incremento, de 43,6 %, mientras que los precios de la energía subieron 30,3 %; los vehículos usados, 22,7 %, y los alimentos 9,4 % en el último año. El alza en la gasolina, debido al salto en el barril de petróleo, que superó los cien dólares, está jalonando los aumentos en los demás precios de la economía. Ya se está hablando de una posible recesión económica en los próximos meses en el país del norte, según Bloomberg.

En Colombia, por el contrario, los precios de los combustibles, gasolina y diésel se han mantenido estables en más de un año, por debajo de los $10.000 el galón, porque el gobierno teme que un incremento presione aún mas la inflación, que llegó al 9,23 % anual, la cifra más alta en veintiún años. La inflación de alimentos es la que más sigue pesando, con 26,1 % anual, mientras que la inflación para los productores superó el 30 % en doce meses.

Los más afectados con la pérdida de poder adquisitivo son las personas de ingresos bajos, para los que la inflación anual llegó al 11,26 % anual, inferior al 7,46 % para los de ingresos altos. Esta diferencia ocurre porque lo que más ha aumentado son los precios de los alimentos, sector al que las personas más vulnerables destinan mayores recursos. Pero, en general, todo está por las nubes, desde los servicios en restaurantes y hoteles, con 14,4 %; muebles y artículos para el hogar, con 11,8 %; transporte, con 7,7 %, y servicios públicos, con 4,8 %. El impacto de la inflación ya se está viendo en la desaceleración en el crecimiento del gasto de los hogares, especialmente de los más pobres, según la firma Raddar, que señaló que los que están impulsando las compras son los hogares de ingresos altos.

En Colombia es tal la resistencia a subir los precios de los combustibles que el presidente de Ecopetrol, Felipe Bayón, dijo que si no fuera por los subsidios a los consumidores, el galón estaría costando el doble, alrededor de $18.000, un valor que hubiera provocado estallidos sociales como los vistos en Perú o los que se registraron en abril y mayo del año pasado en el país. Mantener estos subsidios hace que siga subiendo la deuda del gobierno con Ecopetrol, que supera los $14 billones. Pero como aquí pesan también consideraciones políticas, es de esperarse que no haya ningún cambio hasta que se posesione el nuevo presidente.

Por eso, para contener el aumento de precios se han tomado algunas medidas como la disminución de aranceles, cuyos resultados se verán solo en unos meses más, y el alza en las tasas de interés por parte del Banco de la República. La última movida en este sentido la realizó el emisor el pasado el 29 de abril, cuando las aumentó de 5 % a 6 %.

Algunos aplaudieron la decisión y consideran que se requieren nuevos aumentos porque no se puede permitir que la inflación se desborde. Así lo plantea Anif, que afirma que el emisor debe ser más agresivo en su política monetaria para impulsar el desarrollo social y productivo y evitar que la inflación castigue a las pequeñas y medianas empresas y a los colombianos más pobres.

Otros dicen que no se le puede ir la mano y enfriar la economía, que avanza a buen ritmo. Por eso piden un compás de espera con el argumento de que la tendencia inflacionaria cederá a partir de mayo o junio. ¿Qué tanto puede frenar el precio del arroz, la leche, la carne, el pollo o el huevo un alza en las tasas? Para muchos, el remedio no es el adecuado y puede causar más daño al paciente.

Este año las apuestas están en un crecimiento de la economía del 5 %, una cifra favorable que ayudará a crear puestos de trabajo o, por lo menos, a que se mantengan los actuales.

El debate es si vale la pena esperar un par de meses para ver cómo evolucionan los precios o si es necesario aplicar medidas de choque, así frenen un poco el crecimiento. Los resultados de mayo y junio serán definitivos para mirar qué camino se escogerá 

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