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La cuarta economía de Europa logró darle la vuelta a su situación y mucho tienen que ver colombianos, venezolanos y ecuatorianos.
Es innegable que una de las grandes preocupaciones de la política europea es el tema de la inmigración. De ahí que haya debates constantes sobre cómo manejar la llegada masiva de personas que buscan mejorar sus condiciones de vida mientras cada gobierno intenta mantener el equilibrio y la armonía dentro del conjunto de su sociedad. En ese sentido, España se ha convertido en un modelo muy interesante porque no solo ha aprovechado el fenómeno migratorio proveniente de América Latina para crecer económicamente y salir del abismo financiero en el que se encontraba, sino que ha conseguido amalgamar usos y costumbres de uno y otro lado del Atlántico.
España se ha convertido en el motor de crecimiento económico de Europa y los datos que lo confirman son contundentes. El año pasado creció muy por encima del resto de países de la Unión Europea, alcanzando un 3,2%, mientras que Francia lo hacía en un 1,1%, Reino Unido apenas llegaba al 0,9% y la siempre poderosa Alemania decrecía en un -0,2%. En 2024, el 40% del crecimiento de la euro zona se debió al aporte español.
Nadie lo habría imaginado unos años atrás cuando España se asomaba al borde del abismo financiero. En 2008 vivió una de sus peores crisis tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, pero supo reconducir la situación gracias en parte a la inmigración y a una serie de factores y buenas decisiones de los gobiernos sucesivos.
La cuarta economía de Europa logró darle la vuelta a su situación y mucho tienen que ver colombianos, venezolanos y ecuatorianos. Gracias a la llegada de inmigrantes, este año España ha alcanzado los 49 millones de habitantes, de los cuales 9 millones han nacido en el extranjero. Colombia y Venezuela ya rondan el medio millón de residentes cada uno, mientras que Ecuador, Argentina y Perú también hacen su aporte. Solo en Madrid viven más de un millón de personas nacidas en Latinoamérica, lo que significa 1 de cada 7 vecinos.
Esto es de agradecer en un país envejecido cuyas tasas de natalidad, ya se ha dicho una y otra vez, están entre las más bajas del mundo, a la vez que tiene una esperanza de vida altísima. La llegada de gente joven que encuentra trabajo e ingresa en el mercado laboral es una inyección de vida para las pensiones del futuro. E incluso hay un informe del Banco de España que explica que la inmigración debe seguir aumentando para mantener la relación empleados-jubilados en perfecto equilibrio.
Los inmigrantes son imprescindibles en la economía española, al punto que hay analistas que afirman que a los extranjeros se les debe la mitad del crecimiento económico de España. Es más, casi el 90% de los empleos creados en 2024 fue cubierto por españoles no nacidos aquí, es decir, no solamente residentes sino personas que adquirieron el derecho a la nacionalidad. Estos se ocuparon de aquellos sectores que los locales han ido dejando a un lado como la agricultura, la atención a ancianos y la hostelería.
El sector turístico ha sido determinante en esta situación. Después de la pandemia, fue el primero que logró recuperarse, y lo hizo con una fuerza inusitada. España tuvo 94 millones de visitantes el año pasado, siendo superado solo por Francia que recibió 100 millones. A esta situación se suma que desde el 2018 el salario mínimo ha subido un 70% y el desempleo, pese a tener una cifra todavía alta del 10,6%, está en su nivel más bajo desde el 2008.
A España también le han servido, y mucho, los 163.000 millones de euros que se le asignaron de los fondos de recuperación pospandemia de la Unión Europea. Además, el país ibérico tiene la segunda mayor infraestructura de energías renovables de la región, con lo cual garantiza la energía y estimula la inversión. Y su dependencia del suministro de gas ruso es bastante menor que la de otros países europeos.
La integración latinoamericana en España se da de una manera más natural y fácil que la que viene de otros países como Marruecos o Rumania. No solo es el idioma compartido, sino la cantidad de aspectos culturales comunes. Poco a poco sectores que requieren mayor cualificación han abierto sus puertas a los latinoamericanos y ya ni hablar de las inversiones inmobiliarias millonarias que están haciendo mexicanos, venezolanos, brasileños y chilenos. Aunque estos se centran en el sector del lujo, el empleo y la movilidad que generan son innegables. En los últimos seis años esa inversión ha superado los 1.750 millones de euros y las expectativas son bastante optimistas.
Por último, ya en el plano de la dinámica social, las familias con raíces a ambos lados del Atlántico se están convirtiendo en la norma. Comparando estadísticas del año 2019 y el 2023, solo en la Comunidad de Madrid hubo un incremento del 47% en los matrimonios entre mujeres latinoamericanas y hombres españoles. La transformación de España, también en este aspecto, está en marcha.