Los eventos narrados en la serie Vikingos sucedieron hace cientos de años. La precisión histórica de esta producción ha sido flexible. La ficción ha alimentado una trama de conquistas, guerras, traiciones y dioses de mundos enfrentados, pero los personajes que inspiraron esta historia fueron héroes reales, que alguna vez pisaron este mundo dejando un rastro de sangre. Las primeras temporadas se enfocaron en contar las hazañas de Ragnar Lothbrok, un hombre visionario para quien el mundo terrenal era tal vez demasiado pequeño y por eso quiso incursionar en los dominios del espíritu, donde los dioses juegan a los dados con los destinos de los hombres. De Ragnar vimos su ascenso y también su caída, pero su desaparición no significó el fin de la serie.
Cuando un rey cae, queda un trono por ocupar y las pugnas de los hijos de Ragnar por ocupar su lugar siguieron alimentando la producción. Eso y la obsesión de Floki por encontrar a los dioses y el devenir de la que considero la verdadera protagonista de toda la saga, Lagertha, guerrera imbatible interpretada por la campeona de artes marciales Katheryn Winnick.
Al principio Lagertha era simplemente la compañera de Ragnar Lothbrok, la madre de sus hijos. Pero cada episodio añadía pequeños detalles a su propia leyenda: ella era también una figura central de la historia pero a diferencia de los hombres que la rodeaban, sus proezas no estaban nutridas por el sueño de la posteridad, sus motivaciones siempre fueron más humanas y podría decirse que la furia que la hacía empuñar la espada en cruentas batallas nacía del amor y una defensa tenaz de su dignidad. Lagertha es una heroína que conoce el sabor amargo de la sangre y el costo doloroso de cualquier victoria. Verla en los primeros episodios de la temporada final que estrenó History Channel transmite una honda nostalgia porque en su cuerpo y en su alma el tiempo ha obrado sin clemencia. La guerrera vigorosa está cansada de pelear, ha estado cercada por la muerte demasiado tiempo y solo quiere recuperar la tranquilidad de esos primeros años de alegría cuando ser granjera bastaba para ser feliz. Camina con una pierna atrofiada y las cicatrices de su rostro hablan de las jornadas transcurridas entre el canto de las espadas. La tristeza de sus ojos y la sabiduría de sus palabras enmarcan lo que será el cierre de esta saga épica que nos acompaña desde al año 2013.
Los seguidores de Vikingos tendrían que prepararse para un final que quizás no complacerá a quienes esperan ver el triunfo de sus héroes. La serie ya nos tiene acostumbrados a los giros oscuros donde los protagonistas reciben más penurias como recompensa de sus gestas. El estreno de los dos primeros episodios dejó claro que un nuevo lunático, un príncipe ruso que se hace llamar El Profeta, intentará subyugar a la estirpe de Ragnar Lothbrok. Los vientos de guerra no dejarán de soplar sobre el rostro de Bjorn Ironside. A Ivar El Deshuesado le sigue sonriendo la suerte y será una amenaza implacable junto a su nuevo aliado de las estepas. Y aunque Lagertha enterró
su espada con el juramento de no volver a pelear jamás, le quedará muy difícil evitar su destino.
Vikingos llega a su fin. La generosa temporada de 20 capítulos nos dejará explorar ese mundo antiguo de guerreros y guerreras con hambre de mundo.
Una nueva guerra hace sombra sobre el destino de los protagonistas, para quienes no se agotan las amenazas, los peligros, los enemigos... La serie nos ha dejado saber que la mayor gloria para un vikingo es morir en medio de una batalla, solo así se le abrirán las puertas del Valhalla, donde pasarán la eternidad bebiendo embriagante hidromiel junto a sus camaradas. Justo eso me gustaría ver al final de la serie: hombres y mujeres que arrastran su leyenda en una última travesía hasta esos confines divinos donde quizás encuentren las puertas cerradas.