x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

language COL arrow_drop_down

El jardín de las víboras

  • El jardín de las víboras
29 de agosto de 2015
bookmark

Han tomado su nombre del primer actor del que se tiene noticia, el viejo Tespys, en la Grecia antigua. Grupo fundador del Festival de El Gesto Noble. Han trasgredido las fauces del Fausto, de Marlowe; se han regodeado con el desenfado y gracia de Volpone, del doctor Johnson; han reinterpretado al bardo mayor, Sir William Shakespeare, llevando a escena a Tito Andrónico y han revisitado a los poetas malditos, haciendo adaptaciones muy a su manera. Ahora incursionan en la propia historia, la de su terruño. Ya decía Tolstoi que retratar la aldea era hacerse universal. Es lo que se entrevé en la lectura inicial de esta reciente puesta en relieve, en voz, en gesto, en acción, en fin, puesta de variopintas posibilidades.

Esta troupe de comediantes acomete la difícil empresa de traslapar a la escena las vivencias de su onírica y veraz historia, como una demostración que sí existe “materia teatrable”, aquí entre estas breñas. Tras una investigación en la que rastrearon documentos, rebujaron en el imaginario colectivo y desentrañaron memorias ancestrales, hacen hablar a las gentes de la parroquia, párroco incluido, en voz plural, pero no la vox populi ni la vulgata de carriel y alpargata, sino algo más depurado, cercano a una voz interior colectiva. De allí emerge el conflicto dramático, confrontación de imaginarios. De este “viaje a la semilla” surge un texto seminal y una estructura de estampas, como cuadros de una exposición, donde la platea se regodea con el espejo que desanda sus pasos.

Se trasciende el folclorismo y se supera cualquier asomo de nostalgia, donde el símil supera la realidad, al reinterpretarla, darle carácter a los personajes y dotarle de color local. Supera escollos de eventuales simulacros y prefiere los tópicos de microhistorias y dramas cercanos, la tragedia que en remoto pasado vivió alguna familia o la cruda narración en off de lo que significó para el pueblo el cierre de su locería. Beben del propio cántaro del sueño vital. Es una pieza cosida con el mismo barro de su tradición.

Apropiación de saberes y sabores locales para tejer el entramado de la pieza y tornarla teatral por la vix cómica del elenco, su grácil forma de interpretarse a sí mismos o por el distanciamiento con el que resuelven los cuadros. En particular, la crítica mordaz a las lenguas “viperinas”, chismorreo inclemente con el que se tratan asuntos de la vida municipal, sin excluir a la clerecía. Escenas bien logradas, devienen en escarceo amoroso, cierta naturalidad de la actuación realza lo real maravilloso de lo simple, economía de elementos: Una vieja fotografía de la banda de música, un ícono religioso -“y nos cambiaron la virgen”- dicen en coro, los platos de una vajilla, elementos a los que al prenderles velitas les ungen de hálito sacro en medio de la polifonía profana de sus rezos.

Un personaje ha surgido como narrador, don Darío, un “patiancho” caminante, un muñeco grandulón, orejón y bocón, el correveydile de la historia, manipulado a la vista por tres de los actores, uno, cual ventrílocuo, le presta voz de forma casi imperceptible. Una puesta de creación participativa, que recrea historias menores de un pueblo vigoroso. Argiro Estrada, con dotes de juglar, sin perder de vista el juego escénico, amalgama el grupo, en el que sobresale Ángela Valencia, con sobria actuación interpreta al cura y su salmodia de predica vacua.

El empleo que buscas
está a un clic

Nuestros portales

Club intelecto

Club intelecto

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD