Como forma de amargarse la vida, es impecable. Usted deja su celular grabando, escondido, justo antes de marcharse de una reunión. Retorna 10 minutos después aduciendo que olvidó su aparato y acto seguido, ya solo y en la calle, comienza a escuchar la grabación, para cerciorarse de lo que se comentó sobre usted. ¿Qué tipo de sociopatía se necesita tener para eso, o para pedirle a la profesora que lo acaba de expulsar de la universidad por plagio, que le escriba una dedicatoria en el libro que usted saca como si nada de su morral, con el fin de ufanarse de esa dedicatoria en aquella reunión que grabará con su teléfono? Con esas dos escenas como carta de presentación, está claro que Tomasz, el personaje principal de “Hater”, del director polaco Jan Komasa, que se puede ver en Netflix desde hace poco, no es el muchachito de origen rural, que ha venido a Varsovia a labrarse un futuro, como quiere presentarse, sino más bien un joven ambicioso, estupendamente interpretado por Maciej Musialowski, demasiado pendiente de lo que opinen sobre él, que siente la imperiosa necesidad de reafirmar su autoestima a partir de los likes que recibe y de saber quién acepta o no sus solicitudes de amistad en Facebook.
Las películas que intentan explicar fenómenos contemporáneos, cargan con una dificultad adicional a la hora de plantear su guion: la falta de distancia que brinda el tiempo. Es como si al tener el fenómeno frente a los ojos, fuera más difícil organizar la información de forma lógica, para que no se mezclen cosas que pueden no tener relación (pasa en “Hater” con la forma en que Tomasz contacta a un video-jugador para llevar a cabo sus planes) o para que el espectador no sienta que ve ciertas exageraciones. A pesar de esas debilidades, el conjunto que construyen Komasa y su guionista, Mateusz Pacewicz, es bastante apreciable porque pone sobre la mesa, usando una cámara fluida y una narración, el tema de los formadores de odio en las redes y de los manipuladores de tendencias, que se valen de herramientas poco éticas para apoyar todo tipo de causas. En algún momento en la empresa en la que consigue trabajo Tomasz, cantan una canción frente a fotos de bebes muertos, porque saben que son su “arma secreta” para inspirar gritos y tropelías en los foros y chats. ¡Cuán poco espontáneas parecen al ver “Hater” muchos de los “temas de conversación” que todos nos encargamos de esparcir por WhatsApp, sin darnos cuenta (o peor, a sabiendas) de que estamos siendo manipulados por gente a la que le pagan para provocar!
Hace 9 años Komasa había descollado con “Suicide Room” sobre los peligros que entrañaban esas vidas virtuales con raros avatares, que muchos jóvenes estaban adoptando entonces. “Hater”, que por su título original está vinculada a aquella cinta, ahonda en los nuevos problemas causados por las redes. Ya no es que haya otra vida ahí, para escapar de ésta. Es que corremos peligro en esta vida, porque aquella, la virtual, está volviéndose propiedad de gente especializada en sembrar odios, que espera que seamos nosotros, ustedes y yo, quienes recojamos la cosecha.