El fast track o Procedimiento Legislativo Especial para la Paz ha permitido la aprobación de varios proyectos de ley y actos legislativos necesarios para la implementación de los acuerdos de La Habana, para desactivar un factor generador de violencia en Colombia y dar un paso a una paz estable y duradera. Por eso, el fast track, como cualquier mecanismo que permita el debate, por especial y rápido que sea, es y será recomendable para la democracia. Bueno para el país es todo cuanto permita que las personas sean el eje central de la actividad del Estado, y lo aprobado hasta ahora son mecanismos de participación activa de los colombianos en el quehacer político, especialmente para nuestros campesinos, indígenas y afrocolombianos que, como dice el punto 5 del Acuerdo sobre las víctimas del conflicto, “resarcir a las víctimas está en el centro del Acuerdo (...)”.
Considero que el Gobierno está comprometido con la terminación del conflicto, su liderazgo en la presentación de los 20 proyectos de ley y actos legislativos los ha impulsado de frente y con acierto.
Los países que decidieron no hacer la guerra en el mundo, dieron el paso adelante de la ruta de la ciencia, tecnología e innovación. Por eso debemos ir a las urnas sin odios para construir un nuevo país.