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El divulgador científico Eduard Punset, a quien lastimosamente perdimos en mayo, decía graciosamente en una inteligente conferencia: “Elkhonon Goldberg un judío siquiatra norteamericano...ha escrito un libro sobre la sabiduría en el que sostiene que con la edad eres más feliz. Y no me extraña nada. Porque, claro, quiero decirte, con la edad hay dos cosas rabiosamente injuriosas. Una es que te cuesta más entrar y salir del coche, y la segunda se me ha olvidado”.
Cumplir años, cada vez más y más, como si crecieran con la fórmula del interés compuesto, no viene sin costo. Físicamente nos volvemos frágiles, rígidos y flácidos al mismo tiempo, y no todo lo que queremos recordar vuelve como antes. Pero para compensar, porque si no sería insoportable la vida, hay cosas que la juventud no ofrece.
Una de ellas es que, a pesar de que olvidamos dónde dejamos las llaves, el transcurrir por el tiempo nos proporciona una mejor concepción del mismo, y a diferencia de los jóvenes que sólo creen que existe el futuro, reconocemos la existencia de todas las dimensiones temporales: pasado, presente y el futuro, sabemos de la interdependencia entre ellos, y algo desconocido para quienes el pelo todavía no les ha blanqueado, es que a pesar de los avances, también sabemos que la posibilidad de retroceder a etapas supuestamente superadas existe, y puede cogernos fuera de base porque solemos eliminar las defensas y herramientas para atender lo teóricamente resuelto.
Ojalá pronto en Colombia podamos dedicarnos más a construir lo nuevo y bueno, y no tener que gastar tantas energías en cuidarnos de lo malo y viejo, pero todavía no es así. Hace 3 años, ocurrió el acontecimiento democrático más importante de la historia colombiana. A pesar de todo el poder del gobierno y del terrorismo al que nos sometieron Santos y sus aliados de las Farc para que aprobáramos su acuerdo de impunidad, los colombianos, azotados décadas por la violencia y deseosos de que terminase ello, fueron lo suficientemente sabios para votar en contra de dicha conspiración engañosa.
El domingo habrá elecciones. Es necesario votar y bien. Apoyar a los candidatos y partidos que se aliaron con un cartel narcoterrorista para que quedara impune y con poder, es irresponsable. El país tiene reversa, e incluso en malas manos puede empeorar, como sucedió en Venezuela. En las manos de todos está participar para evitar que los políticos de esos partidos dañen más a Colombia.
Es frecuente escuchar a personas culpando de todo a los políticos, como si no los escogiéramos nosotros, y victimizándose para encontrar una disculpa a su pereza y mediocridad. Pero el voto es la manera de participar en la construcción de lo que somos y aunque parezca extraño, de tener la posibilidad de controlar el destino del país. Decía Punset en esa charla que: “La primera condición inexcusable para poder ser es feliz es tener la sensación de que controlas algo de tu vida”.