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Volver a lo esencial de la 13

La comuna 13 es una cuna de líderes sociales y colectivos comunitarios que buscan mantener viva la memoria, pero sus problemas aún son grandes. Ahí es donde aparece la necesidad de volver a lo esencial.

30 de mayo de 2023
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Por Juan David Ramírez Correa - columnasioque@gmail.com

La ola turística en la comuna 13 se origina en 2012 en el momento en que se construyeron las escaleras eléctricas y el viaducto de media ladera, obras que generaron apropiación del espacio público especialmente por jóvenes cargados de fortaleza y esperanza hechas arte. Ahí es cuando aparecen los graffiteros con sus alegorías pictóricas en los muros sobre la compleja historia de la comuna mezclada con su visión de la vida. También los colectivos culturales y musicales para rescatar raíces culturales y vincularlas a movidas como el hip-hop, el reguetón y el break dance.

Así se construyó una narrativa resiliente y nació un activo turístico único en el mundo, sin negar que esa dinámica también ha estado ligada a cierto morbo como el que infortunadamente crea el imaginario de Pablo Escobar. Para muchos, especialmente extranjeros, la comuna 13 es una suerte de aventura extrema mimetizada en el paradigma del turismo promedio: ventas ambulantes, souvenirs y paquetes para viajeros. Eso no está mal. A la larga, el turismo deja divisas en la comunidad. Sin embargo, queda en el ambiente que el atractivo turístico cambió la lógica de entender, comprender y reflexionar sobre las vicisitudes de un territorio construido sobre intrincadas dinámicas sociales que dejaron marcas profundas en su gran por la violencia.

Los problemas de la comuna 13 aún son grandes. Doy un ejemplo ligado íntimamente al turismo. Comerciantes, artistas, guías turísticos son sujetos de extorsión por parte de las bandas criminales, una muestra de que los ilegales aún tienen control territorial. Eso es algo invisible para los que se enganchan con el aire banal de del turismo de selfies.

Ahí es donde aparece la necesidad de volver a lo esencial, a la reivindicación de procesos sociales liderados por las personas que se la han jugado por sacar adelante a su comunidad.

La comuna 13 es una cuna de líderes sociales y colectivos comunitarios que buscan mantener viva la memoria. Uno de ellos es la Corporación Afrodescendiente Son Batá, que lleva más de 18 años creando un escudo humano para proteger la vida en el territorio. Hoy, su visión, además del arte y la música, está puesta en proyectos como la escuela Código C13 donde forman en programación de software a jóvenes ansiosos de tragarse al mundo. A esto se suma Terrazas Verdes, otro proyecto que aprovecha las lozas para sembrar hortalizas y verduras hidropónicas, generando ingresos para madres cabeza de familia y seguridad alimentaria en el territorio.

Un dato no menor. Todas esas iniciativas cuentan con el concurso de la empresa privada.

Volver a lo esencial de la 13 es reconocer a su gente e iniciativas por delante de un turismo que puede mover la caja y mostrar a un “lindo Medellín”, pero quizás difumina los esfuerzos de seguir creyendo en el arte, la cultura y las industrias creativas como herramientas para la transformación social de un territorio que siempre nos va a necesitar.

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