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Columnistas | PUBLICADO EL 20 febrero 2023

¡Una Plaza Viva!

La Plaza esta cercada por la incapacidad para buscar soluciones a la crisis social, de habitantes de calle, inseguridad, drogas y miedo que habitan, no solo este sector, sino todo el centro de Medellín.

  • ¡Una Plaza Viva!
  • ¡Una Plaza Viva!
Por María Bibiana Botero Carrera*
www.proantioquia.org.co

Las vallas y barreras alrededor de los edificios públicos en Colombia tienen su historia y es un recuerdo marcado para algunas generaciones: se usaban para “evitar” actos terroristas en contra de bienes públicos. Eran sinónimo de peligro.

La decisión de la Alcaldía de Medellín de encerrar la Plaza Botero, el Palacio de la Cultura y el Museo de Antioquia es una medida entre absurda y poco efectiva. Intentan resolver, con un cerramiento, el complejo problema de seguridad y control de espacio público. Esta fue una decisión inconsulta, sin concertación ni con el museo o el Palacio de la Cultura, y menos con la ciudadanía.

Más de 7 mil metros cuadrados de espacio libre y patrimonio con 23 esculturas de Botero, están hoy encerrados. La decisión del aislamiento es tan desafortunada que causó un pronunciamiento inesperado del Maestro quien pidió que: “la ciudad transite libremente, así debe estar”.

La plaza esta cercada por la incapacidad para buscar soluciones a la crisis social, de habitantes de calle, inseguridad, drogas y miedo que habitan, no solo este sector, sino todo el centro de Medellín. La premisa es que no entre la delincuencia, que los “otros” no entren. Pero acaso ¿no se les está negando a los ciudadanos la libre circulación?, ¿los que quedan “afuera” no son dignos de la protección del Estado?, ¿todos los que no entran son indeseables?

Esa sensación de falsa seguridad tiene consecuencias muy tristes: disminución en 44% de los visitantes al Palacio de la Cultura y una sensible baja en los ingresos de personas de estrato 1, 2 y 3 al museo y a la plaza. Durante esta alcaldía ya se usaron vallas para confinar a los habitantes del Sinaí -comuna 2- durante la pandemia. Los separaron del resto de la ciudad con el argumento de un control epidemiológico. Grave en ese entonces, grave ahora. Cuando se hizo la transformación de la plaza, con el aporte invaluable del maestro Botero, y el concurso de la Alcaldía, el Museo de Antioquia, la Gobernación y decenas de organizaciones públicas y privadas, el objetivo fue claro: recuperar una zona del centro y abrirles las puertas a todos los ciudadanos para encontrarnos alrededor del arte, para vernos en la cultura que tantas veces nos ha salvado en momentos duros de nuestra historia. En 1997, Botero selló su intención de que su obra habitara en Medellín y no en Bogotá, como estaba previsto, con este mensaje: “Si este proyecto se inicia con el deseo de hacer algo realmente grande, como lo merece la ciudad, yo estaría dispuesto a hacer una donación de una nueva sala de pintura, otra de escultura y una de dibujo y contribuiría con un millón de dólares...”

Y así fue. Cumplió su palabra, su obra nos llenó de alegría, orgullo y esperanza.

El abandono de esta y otras administraciones de las condiciones sociales y urbanísticas del centro nos tiene hoy con la plaza encerrada. Las vallas que fingen fortaleza son debilidad para enfrentar los problemas que nos aquejan.

Nos unimos a las voces que reclaman una Plaza Viva, con soluciones y abierta

*Presidenta Ejecutiva Proantioquia

María Bibiana Botero C.

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