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A uno se le ocurren muchas cosas cuando mira pa’l techo. En estos días, mientras veo las buenas acciones que están funcionando para salvar las librerías, mientras hablo con libreros, editores, escritores, ilustradores, distribuidores, todos los que están involucrados en el mundo maravilloso del libro, mientras veo que las ferias del libro de Bogotá, Buenos Aires, Bolonia confrontan la nostalgia de no poderse hacer en sus habituales recintos con una participación importante en el mundo virtual, mientras sufro porque es muy probable que la querida Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín de este año no pueda recibir sus 500 mil visitas que disfrutan de charlas, talleres de fomento de lectura, conciertos y encuentros masivos, mientras pienso cómo nos cambió la vida casi de la noche a la mañana, se me ocurre que la Fiesta del Libro, que siempre rompe con los paradigmas, es atrevida y por eso todos en Medellín la amamos, podría hacerse este año en toda la ciudad.
La Fiesta y la ciudad, creo yo, están preparados para esto. Varias veces hemos dicho que Medellín es la ciudad de los libros, que la Fiesta del Libro, así se haga en la Zona Norte debería hacerse, en algún momento, en toda la ciudad, las limitaciones para no poderse hacer obviamente han sido económicas; sin embargo, atendiendo las recomendaciones que hasta el momento ha dado el Gobierno, donde los encuentros serán permitidos si no superan las 50 personas y se respeta la distancia preventiva, nos deja ante una posibilidad que valdría la pena explorarse: la edición 14 de la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín podría hacerse en las librerías, centros culturales y lugares que han sido cómplices y aliados de esta estrategia de lectura, y que este año, más que siempre, necesitan nuestro respaldo y presencia. Porque debo decirlo, lo virtual es una buena salida, pero, recordemos, somos seres humanos que necesitamos socializar, encontrarnos, “parchar” y esto es un pregón esencial en los Eventos del Libro.
Hacer una gran programación con autores, tener talleres de fomento de lectura, pequeñas demostraciones artísticas diseminadas por toda la ciudad, sería algo muy bello, no tendríamos que encontrarnos todos en un mismo lugar, la Fiesta fortalecería las economías sensibles de quienes con tanto amor participan en el universo de los libros y, una vez más, este evento querido por todos demostraría que en realidad, durante estos años, estamos construyendo lentamente la Ciudad de los Libros y los lectores