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Columnistas | PUBLICADO EL 24 mayo 2015

Una avalancha muy anunciada

Por Fernando Velásquez V.
fernandovelasquez55@gmail.com

El alud generado por la contaminada quebrada “La Liboriana” que, tras un recorrido de cuarenta kilómetros arrasó el corregimiento “La Margarita” y otros asentamientos del municipio cafetero de Salgar, para dejar decenas de muertos, desaparecidos, lesionados y unos dos mil damnificados, es una desventura que invita a la reflexión y al debate.

Según la afectada Edilma Arango era una tragedia avisada: “allá arriba sabían que eso estaba taponado y que se podía venir” (elcolombiano.com, 18-05-2015). Incluso el comandante de la Policía José Ángel Mendoza señaló: “el agua represada provocó una avalancha que arrasó todo lo que encontró a su paso” (reuters.com, 18-05-2010); también se sabía de quince derrumbes en Cerro San José Plateado (El Tiempo, 19-05-2015, 4) y algunos se salvaron porque les avisaron amigos y conocidos.

Con mucha antelación, el “Plan de saneamiento y manejo de vertimientos municipio de Salgar” realizado por la Empresa Ingeniería Total, Servicios Públicos S.A.E.S.P., que administra el servicio de acueducto y alcantarillado del Municipio (Ver aquí: Plan de Saneamiento y Manejo de Vertimientos de Salgar), desde 2008 advirtió de los gravísimos peligros que corría la población asentada sobre la ribera de la quebrada: “una lluvia fuerte que se produzca en la parte alta de la cuenca podrá generar una creciente que estaría afectando al área urbana con su máxima intensidad antes de 1 hora y 45 minutos” (pág. 40). Y añadió: “esta cifra da una idea de los riesgos que se generan alrededor de estos eventos, sobre todo si la exposición al fenómeno es directa, de ahí la importancia de la identificación y clasificación de sitios de acuerdo con la aptitud para la urbanización, de la capacitación a la comunidad en materia de prevención y atención de emergencias y en el control en el uso y manejo del suelo” (idem).

Incluso, el Plan de Desarrollo 2012-2015, irónicamente llamado “Salgar... con responsabilidad”, dijo: “Ingeominas, en su estudio de zonas de riesgo geológico, detalla que toda el área urbana se encuentra en una zona de alto riesgo por estar ubicada en un área influenciada por las dinámicas hidrológicas de la Quebrada La Liboriana” (http://www.salgar-antioquia.gov.co/Nuestros_planes.shtml, pág. 62); además, repitió lo dicho por el estudio de Ingeniería Total (pág. 77). También, el 29-05-2014 el Concejo aprobó el Proyecto de Acuerdo 047 que creó el “Fondo de Gestión del Riesgo de Desastres” y, cosa rara, todavía no opera (ver acta 186).

Y, aunque también el cambio climático explica esta horrible tragedia que deja una procesión de cuerpos con el rictus de la muerte dibujado en los rostros, la verdad es que ya estamos acostumbrados a estos cataclismos (recuérdense, quebrada Blanca, Armero, Girón, río Páez, Ciudad Bolívar, San Carlos, Tapartó, etc.) y tampoco le prestamos atención al asunto.

Así las cosas, los organismos de control están obligados a hacer una investigación pronta y exhaustiva porque todos los servidores públicos involucrados tienen que responder por su evidente y gravísima conducta negligente; no se pueden aceptar olímpicas lavadas de manos como la del secretario del Medio Ambiente, Wilson Betancur: “no hubo ninguna alerta previa al desastre porque la región en donde se produjeron los aludes de tierra es de difícil acceso y se ubica a ocho horas del casco urbano” -¡algo parecido dijo el gobernador!-, así reconozca que era zona “de alto riesgo” (El Tiempo, idem).

En fin, aunque no es hora de recriminaciones, pues los muertos deben ser llorados y los damnificados asistidos (todos ellos personas muy necesitadas como lo muestra el estudio de Ingeniería Total, pág. 45), también es verdad que la mejor manera de minimizar o evitar estos difíciles fenómenos es mediante la puesta en marcha de políticas y programas de prevención serios (incluida la educación) y el compromiso auténtico de autoridades y ciudadanos. Ello no se logra, por supuesto, con lágrimas de cocodrilo de políticos manzanillos que con algunas migajas extemporáneas y declaraciones elusivas solo se acuerdan de los pobres cuando hay que velar sus cadáveres .

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