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Columnistas | PUBLICADO EL 17 diciembre 2022

Un regalo de Navidad

No fue nada fácil para una familia de clase media de Medellín “levantar” 11 hijos. ¿Qué lo logró? ¡El arte! A mis padres desde muy jóvenes los caracterizó el amor al arte.

Por Natalia Zuluaga Rivera- redaccion@elcolombiano.com.co

En 1979 ya éramos 11 hijos en la casa de Antonio Zuluaga y Piedad Rivera. Crecí con 10 hermanos (6 mujeres y 4 hombres) siendo la menor de lo que puede ser un equipo de fútbol, rodeada de 10 genialidades, 10 personalidades y de un amor que siempre contagiaba.

No fue nada fácil para una familia de clase media de Medellín “levantar” 11 hijos. ¿Qué lo logró? ¡El arte! A mis padres desde muy jóvenes los caracterizó el amor al arte. Los libros y la música fueron fundamentales en la crianza que recibimos. Nos rodeaban instrumentos, libros de historia, literatura, poesía y música.

Muy temprano conocimos el sonido del piano y la guitarra, las partituras y canciones de Chopin, Beethoven, Mozart, Mercedes Sosa, se confundían entre las letras de Shakespeare, Sartre, Neruda, Einstein, Rousseau, Alfonsina Storni y Marx.

Cuando mis padres ya tenían 29 y 33 años estudiaron sociología, esto les permitió abrir un espectro diferente para una educación sensible y diferente. Cuenta mi madre que cuando estaba en 5º de bachillerato leyendo a Teilhard de Chardin se encontró una frase que decía: ¿No llegar a ser por las circunstancias? Estas palabras sentenciaban lo que sería mi familia. Y a pesar de las afugias económicas y barreras sociales que atravesábamos, mi madre decidida, le dijo a mi padre: ¡Mijo, de esta salimos!

Y así, poco a poco fueron graduando del colegio a este “kinder”, como nos llamaban los vecinos. Ya más adelante iban sumando hijos universitarios; uno de Química Farmacéutica, otros de administración, ingeniería, comunicación social, publicidad, educación preescolar, música y derecho. Y esta familia de 13 fue creciendo en títulos, pero más en valores y unión.

Tuve el privilegio de crecer en una familia sensible al arte y, en esta época de unión familiar, quiero contarles algunos momentos que marcaron mi niñez. En navidad, no siempre llegaban los regalos que pedíamos al niño Jesús; a mis 8 años, pedí una Barbie bailarina, pero mi regalo fue un short mandarina y una cámara pequeñita, lloré por semanas ... finalmente supe que lo importante era estar con mis 10 hermanos y mis padres celebrando nochebuena

Mis padres nos enseñaron que el dinero y los regalos no son lo más importante, que, a pesar de las circunstancias, podíamos llegar tan lejos como quisiéramos.

Ellos decidieron educarnos en el amor y el arte, porque así, en su intuición de padres aseguraban que estaban formando seres humanos sensibles para el mundo, y que ya lo demás vendría por añadidura.

Actualmente, la Red de Escuelas de Música de Medellín cuenta con 27 centros de formación que acogen a 6.300 niños, niñas y jóvenes. Este programa social que se ha mantenido por años, debe fortalecerse, debe ampliar su cobertura, para que ningún niño se quede sin recibir amor a través del arte. Si garantizamos que nuestros niños crezcan en ambientes culturales que los sensibilicen, estamos solucionando muchos problemas a nuestra sociedad, estamos formando buenas personas para el futuro.

¡Así que si quieren rodear a sus hijos de amor, regalen arte! Llenen el árbol de navidad de música y libros. Recuerden que el amor y el arte fueron el medio transformador de esta familia y de nuestras vidas. Solo el arte puede salvar vidas.

¡Feliz Navidad!

PD: “Recuerden, todo lo mejor termina por llegar” Teilhard

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