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Columnistas | PUBLICADO EL 22 enero 2022

Un propósito: escribir corto

Por ERNESTO OCHOA morenoochoaernesto18@gmail.com

En el columnismo, que es el arte de escribir columnas de opinión en un periódico o una revista, uno de los propósitos que al principio del año casi siempre nos hacemos los que a este menester nos dedicamos, es escribir corto. No abusar de los lectores. Y no tanto porque queremos evitar publicar larguísimos textos, cansones y difíciles de leer, sino porque nos proponemos escribir de manera ágil, suelta, rápida, que realmente depare placer a quien lee. Nada pesado debe hacer parte del contenido literario de las columnas de un periódico. Porque ellas están escritas y publicadas para sean leídas con rapidez.

Y un texto se lee con rapidez cuando se escribe en un estilo que yo llamo corto, cortado. Es decir, frases cortas, párrafos cortos, artículos cortos, títulos cortos. El secreto del articulismo es la brevedad. Por eso, al empezar este año, luego de décadas como articulista, recojo algunos consejos que he dado a quienes, desde una envidiada y envidable juventud, me han pedido que, ya viejo, les haga alguna confidencia del bello y delicioso trabajo de columnista. Lo hago sin ánimo de sentar cátedra, solo con el deseo, explicable antes de los olvidos definitivos, de compartir lo vivido.

Un artículo de opinión es un knock-out en el primer asalto. Eso decía Mario Vargas Llosa del cuento con respecto a la novela. Esta, la novela, es como una pelea de boxeo pactada a quince asaltos y que al final se gana por decisión. Un cuento es un knock-out que lanza al lector a la lona, noqueado por la contundencia narrativa del contador del cuento. Lo mismo es una columna de opinión con respecto a un artículo de fondo, a una entrevista, a una crónica, a cualquier otro género periodístico. Si en los primeros asaltos no atrapa al lector, acabará siendo de pronto una corta o larga crónica, un artículo largo o corto, tal vez una breve o extensa entrevista, pero no será una buena columna de opinión. Un lector de páginas de opinión de un periódico no aguanta sino un round. Si uno necesita más de eso, no solo ha perdido el tiempo como escritor, como escribidor, sino que casi siempre pierde también al lector.

Pero, además de esa ley del K. O., que señala golpe y contundencia, en el columnismo la conquista de un lector responde también a una fuerza antípoda y complementaria: la ley de la caricia imperceptible, del goce literario. Dicho de otro modo: una columna en prensa escrita es literatura, debe ser literatura. Buena literatura. Nadie lee un bodrio, nadie le saca gusto a saborear un ladrillo. La ley de la caricia imperceptible es la deliciosa batalla del amor con la que un columnista conquista y seduce al lector.

Hay otras leyes mínimas, no menos importantes. Pero de esas y otras quisicosas sobre el columnismo hablaremos en otra ocasión, porque se acabó el espacio establecido para esta columna. Que no hay grandezas, ni sueños, sin una camisa de fuerza. A Dios gracias 

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