Síguenos en:
Columnistas | PUBLICADO EL 07 junio 2015

¿Todo por un Nobel?

PorAna Mercedes Gómez M.redaccion@elcolombiano.com.co

Lo que pasa en Colombia por culpa especial de las Farc no es ni un conflicto ni una guerra. No es un “enfrentamiento armado”. No es una “lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación”.

Acá no hay enfrentamiento armado ni una guerra porque las Farc, y en general las guerrillas y bandas, no representan al pueblo colombiano. Lo dicen todas las encuestas. Su imagen favorable no pasa del 2 %.

La Fuerza Pública, apoyada por más del 70 % del pueblo colombiano, se ve en la obligación de defender a las personas y el territorio nacional del ataque constante de las Farc, que, aunque se autodenominen Ejército del Pueblo, EP, no lo son.

Retomaré el recuento de acciones terroristas farianas durante un poco más de mil días, (desde el 4 de septiembre de 2012 hasta esta semana que terminó), período de diálogo en La Habana entre el gobierno de Santos y las Farc-EP. Me baso en lo dicho por la senadora Thania Vega de Plazas Vega y lo reseñado por varios medios de comunicación.

Dice Thania que en 1001 días van 927 actos terroristas, 332 civiles heridos y 148 asesinados. Gente del pueblo que es atacada en actos violatorios del DIH y de los Derechos Humanos, digo yo. Refiriéndose a nuestras heroicas Fuerzas Armadas dice que han tenido 1.652 heridos y 701 asesinados, entre militares y policías.

Durante el cese el fuego unilateral, (del 15 de diciembre de 2014 al 22 de mayo de 2015), Thania dice que 52 miembros de la Fuerza Pública fueron asesinados, 15 fueron heridos, hubo 22 actos terroristas y 7 civiles asesinados. Gente del pueblo, digo yo.

Según el CD, el terrorismo y la inseguridad vienen aumentando y crece el número de niños en las filas de las Farc. ¿En dónde quedó el compromiso de no reclutar menores de 17 años? Y que no digan ahora que todos los niños engrosan sus filas porque así lo quieren. No. La mayoría son arrancados a la fuerza de sus hogares.

Hasta el viernes, cuando escribo, en junio ha habido 5 ataques de las Farc con cilindros y granadas. Un policía y 2 civiles heridos, y un ataque al oleoducto, 4 miembros de la Fuerza Pública asesinados y 6 heridos. 3 civiles asesinados y 3 heridos. Buses incinerados, varios ataques a las estaciones de Policía y cargas explosivas a torres de energía que dejaron a Buenaventura y Tumaco sin luz. Pero esto no es todo: rodearon el terreno de minas antipersonal para dificultar su reparación. ¿Quién sufre?: los habitantes de los puertos vallecaucano y nariñense.

A esto hay que agregar el daño a la Carretera Panamericana en zona caucana. Y algo peor: el secuestro en Cúcuta de una niña, hija del director de la Unidad Nacional de Protección.

Según la W Radio, retomando al Centro de recursos para el análisis del conflicto, Cerac, las Farc realizaron en la primera semana que siguió a la suspensión del cese el fuego, 57 % de los ataques que llevaron a cabo desde finales de diciembre, en acciones concentradas en Nariño, Cauca, Antioquia, Caquetá y Norte de Santander.

Obviamente que la Fuerza Pública ha respondido: es su misión constitucional, y ha matado en bombardeos a 40 guerrilleros, que se suman a los 27 bombardeados en Cauca en la noche del 21 de mayo, lo que llevó a las Farc a suspender el cese el fuego unilateral que no fue cumplido a cabalidad.

No quiero terrorismo. Quiero paz. No quiero sumar más muertos sino poder decir que en Colombia podemos morir de viejos. Pero el fundamento es un diálogo serio, con tiempo definido, en el que Santos tenga muy claras sus cartas, porque lo que percibimos desde el asfalto es que las Farc las tienen muy claras, pero no así el Gobierno que, más que una Colombia en paz digna, parece aspirar a ganarse un Nobel, a costa de todo un pueblo que sufre.

Si quiere más información:

.