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Sobre tantos calores

Hay calores que se calculan por el grado de reacción (los políticos, por ejemplo), por perros y gatos buscando reproducirse, por la presencia de un incendiario, por lo intenso de una pelea (se calentó la cosa) o los amores intensos, ejercidos a la sombra.

24 de junio de 2023
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  • Sobre tantos calores

Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com

Estación Termómetro, a la que llegan los que quieren llenar su termo de agua fresca, los que sudan bajo cachuchas en las que se lee Ice, los sofocados que desean un lugar fresco, los recién bañados luciendo camisas livianas y zapatos blancos, los recién regañados por errores cometidos, las mujeres que ya son maduras y esta madurez les aumenta la temperatura, los que acaban de jugar un partido de fútbol y piden cerveza helada, los que entienden el mundo a su manera y se calientan con cualquiera que los confronte, los que dan conferencias sobre el calentamiento global bajo sombrillas, los que anuncian que los rusos pierden y muestran explosiones de videojuegos, los que reclaman según el eslogan que se saben, los dilatados (esos seres y valores líquidos de Bauman), y la fila sigue con ventiladores encendidos, aires reciclados daña-bronquios, sistemas de refrigeración que más parecen cavas para carne, noticias que dejan frío al que la oye, ve o lee, y una buena cantidad de acalorados por ideologías, la baja del dólar o que este país sea así y no como Miami.

El calor, como tal, se mide en julios (unidades de energía muy pequeñas) por kilogramo o en calorías por gramo y grado centígrado (aunque algunos dicen que debe decirse Celsius, pues un centígrado sería la centésima parte de un grado), agregando también que puede usarse el Kelvin (unidad base de la termodinámica, capaz de medir la temperatura de un color). Ya, a nivel casero y de consultorio médico, de panel de un motor o dentro de una boca, lo más usado es el termómetro, que mide fiebres e hipotermias. Pero hay calores que se calculan por el grado de reacción (los políticos, por ejemplo), por perros y gatos buscando reproducirse, por la presencia de un incendiario, por lo intenso de una pelea (se calentó la cosa) o los amores intensos, ejercidos a la sombra. También por el desorden en estas tierras tropicales.

Dejando a un lado medidas caloríficas científicas, lo que sí sabemos es que el ambiente está caliente en ámbitos políticos y económicos (hay que ver el hayekismo desbordado de Javier Milei) que pregonan entradas al infierno. Noticias en caliente, informaciones que calientan, calentadas donde menos se esperaba (hay que ver la que le dieron al alcalde por asomarse a ver la marcha), mentiras que resecan la verdad, calenturas en debates y pocas posiciones frías que muestren lo que está pasando. Y bueno, ahí vamos, fritándonos a fuego lento como en el tango de Horacio Salgán, que era morocho y argentino.

Acotación: al calentamiento global real hay que añadirle el calentamiento mundial ideológico. La OTAN y los rusos hierven, los chinos atizan la hoguera, las derechas están haciendo arder al socialismo, las economías son una sopa evaporándose y ya no se sabe si hay derechos o meras brasas. Estamos enfebrecidos y dilatados.

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