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Columnistas | PUBLICADO EL 29 octubre 2022

Sobre lo que se viene al suelo

En el mundo en el que estamos, son muchas las cosas que se vienen al suelo.

Porque es fácil, solo basta con quebrantar fundamentos.

Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com

Estación Desconsuelo, a la que llegan dueños de apartamentos en estado crítico (o ya caídos), proveedores a los que les piden milagros y rebajas de precios, clientes reclamando la calidad que faltó en lo que adquirieron, profesionales desestimulados por sus directores de área, investigadores burlados a los que les usaron los datos con otra intención, compradores engañados por anuncios y promociones, reclamantes de los que se burlan en las taquillas, víctimas diarias de los ejercicios y delirios del poder, gente que buscó autoridad y se dio contra la pared, científicos a los que quisieran sobornar para que dijeran lo contrario, intelectuales que fueron amenazados por defender una verdad, nerviosos porque han rodado la bola de que están echando personal, hombres y mujeres acusados de algo que no hicieron, etc. Y el asunto continúa porque la ética (este rey de burlas) ha ido desapareciendo y hoy su lugar lo ocupan el narcisismo (creer que soy único y hago lo que quiero), los que están en el sitio para el que no están preparados y muchos que fueron puestos en calidad de defensores de intereses particulares, saltándose las leyes. Y la fila llora.

En el mundo en el que estamos, son muchas las cosas que se vienen al suelo (edificios, puentes, instituciones, empresas, fundaciones, personas), sea por malas administraciones, leguleyadas que lo enredan todo, afectaciones a la calidad de productos y procesos, malas planeaciones (antes que prospectivas, sueños), poco interés en renovar herramientas de trabajo, capacitaciones para exigir más en lo que se hace (generadoras de estrés), contratación de gente que diga sí a todo (aquí entran los nepotismos y servilismos), la negación a evidencias (creo y no necesito saber), falta de experiencia en lo que se hace, intereses políticos para evitar que algo se dé, estructuras profundas de corrupción (muchos en ella, como una tela de araña), contrataciones inadecuadas o por amiguismos, falta de previsión (creer que todo sigue igual), modas que se dan por continuidades etc. Venirse al suelo es fácil. Basta con quebrantar fundamentos.

Si a lo anterior le sumamos los diablos sueltos de la codicia, el afán de avanzar sin mirar a los lados, la búsqueda inmediata de resultados, las mentiras de consuelo (propias de quien comete el error), la búsqueda de chivos emisarios y la credulidad absoluta en la tecnología (los tecnólatras), nos encontramos con un hecho portador de futuro, como dice Michel Godet en su libro De la anticipación a la acción, donde demuestra cómo hay que anticiparse al error usando los fundamentos y normas, porque si aparece continuará sucediendo, esta vez con mayor celeridad y tamaño.

Acotación: conversando con el ingeniero y doctor en tecnología, Jorge Manrique, y leyendo la tesis de doctorado del ingeniero civil Luis Gonzalo Mejía (sobre ética difusa), esto de caerse es lo que pasa: hundirse profundo por no haber usado las normas

José Guillermo Ángel

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