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Estación Estante H-G (historia y geografía), quizá el más importante de la biblioteca casera, aunque no el más grande, pues los libros que contiene son los esenciales para saber quién soy y en dónde estoy sin especulaciones. La historia, con sus datos y análisis, habla de la vida que me ha hecho posible en la Tierra, de sus confrontaciones y construcciones, del pensamiento que heredé y de que no aparecí en la tierra como un virus sino debido a una cadena de generaciones (de engendradores, diría Olga Tokarczuk) que anduvieron caminos, construyeron sociedades, cometieron errores y los enmendaron, fijaron la memoria en textos y hasta se inventaron. Y si bien los libros no contienen toda la historia, al menos enseñan cómo hacerla y a qué se debe recurrir. Y esta historia ha sido hecha en una geografía que enseña qué son las ventajas comparativas (los recursos), las formas por las que vamos y la vida que se da en ella para que la nuestra sea posible. Somos en El viaje a pie, de Fernando González, en las presencias, en los usos.
De los libros de historia (entre los que no faltan biógrafos como Emil Ludwig y Stefan Zweig) destaco los de German Arciniegas: El continente de los siete colores (que habla de la formación de América Latina), La biografía del Caribe y su Bolívar, de San Jacinto a Santa Marta (en el que, como Arciniegas está viejo, dice lo que le da la gana). Y lo siguen Una historia inacabada del mundo, de Hugh Thomas (el hombre construyéndose), Memoria del fuego, de Eduardo Galeano (para confrontarse frente a tanto que se niega), La trilogía de Auschwitz, de Primo Levi (para entender el horror) y La historia de los judíos, de Simón Schama (que parte de una carta). Estos libros los leo tomando notas en un cuaderno.
Los libros de geografía que tengo no son tantos, pero con ellos me defiendo: el Diccionario Akal de geografía, de Pierre George (que habla hasta de urbanismo), el de Geografía general y compendio histórico del Estado de Antioquia en Colombia, de Manuel Uribe Ángel, que si bien no es científico, al menos da puntadas para conocer estas tierras y lo que dan cuando la gente es buena. En la geografía la Tierra no cambia, a menos que la dañemos. Julio Verne tiene claro esto, igual que su geógrafo preferido, Eliseo Reclús, que fue anarquista y escribió un pequeño libro sobre Colombia.
Acotación: si leyéramos María de Jorge Isaacs, como el libro de geografía que es; si entráramos en la historia de Colombia sabiendo qué fue la Revolución Francesa; si Colón no se tuviera como invasor sino como parte de nuestros orígenes, veríamos el país de otra manera. Pero sin geografía e historia, como estamos, perdemos la noción del nosotros y del territorio. Y criamos miedos debido a tanta ignorancia.