Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
La opinión de los influenciadores, que debería mostrar más cultura y profundidad en el análisis, solo apunta a intereses mezquinos, emociones de estadio y peleas de vecindario.
Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com
Estación Pantallita o Teatrino, ambos nombres sirven para que ingresen por allí personajes bien que malamente maquillados y vestidos, animales mecanizados y robots que hasta corren a la velocidad de un galgo, camarógrafos mostrando la imagen desde distintos desenfoques, planos y movimientos, incluyendo cortes y fundidos como tijeretazos para que el espectador no acierte a saber qué pasa; luminotécnicos creando atmósferas entre luces y sombras como si usaran una vela en un cono de cartón, caras varias (todas en primer plano de selfie), escenarios que se repiten debido a que no hay otras locaciones y por eso usan lugares comunes y hasta fotos; música o el ruido que sea de fondo para crear una predisposición en el que oye, tramoyistas desordenando espacios, directores que no aciertan con los encuadres, scripts que se saltan errores en la utilería, voces directas o en off mezcladas, montajistas violando todas las normas. En fin, la situación informática en redes y telenoticieros se parece a cualquier película serie B, pero mucho más mala que cualquiera de las de Ed Wood, que al fin y al cabo trabajó con lo que tenía y siendo muy decente en su propuesta.
Desde que comenzó la pandemia y la siguió la guerra, la crisis económica, el calentamiento global desbordado y la propaganda política con sus mentiras e insultos, lo audiovisual que nos ponen de frente es un ejemplo de lo que no es periodismo (al menos como el que a mí me enseñaron). Lo que llega por las pantallas no se atiene ni al qué, ni al quién, ni al cómo ni al cuándo, y menos al porqué. Y si bien el dónde es inevitable, eso que se dice y muestra que pasa allí es un infierno con toda clase diablos, mentiroso en los títulos y sin ninguna conclusión. Es sólo escándalo para obtener rating, sentirse famosos y profetizar lo que no se cumple, pero altera a los cándidos.
La opinión de los influenciadores (solo influyen en crear caos), que debería mostrar más cultura y profundidad en el análisis, conocimiento de la situación que plantean y objetividad necesaria, solo apunta a intereses mezquinos, emociones de estadio y peleas de vecindario. O, en el mejor de los casos, a revelaciones cuasi-divinas, que se reemplazan unas a otras debido a la agenda oportunista que manejan. Y así nos van desinformando con pasos de cangrejo puesto en una sartén con aceite hirviendo. Y entonces, cada hoy que pasa es haber sobrevivido a ese alud audiovisual que nos cae encima.
Acotación: el asunto audiovisual, que llegó a lo más alto en tecnología para placer de los ojos y los oídos, en la actualidad ha caído a los tiempos previos a los Lumière y Méliès, que al menos sabían de enfoques e ilusionismo. Y en esta caída, deberíamos ver, para enterarnos, A Roma con amor, de Woody Allen.