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Columnistas | PUBLICADO EL 03 septiembre 2022

Sobre contaminaciones urbanas

Ciudades perfectas no hay, pero sí existen ciudades mejor gobernadas que le dan más importancia al crecimiento humano que al desarrollo en últimas tecnologías.

Estación Desorden, a la que llegan caras agrias y largas, bolsas de basura con contenidos asquerosos, humos negros de los que usan carros y motos en mal estado (también camiones y buses), alcantarillas que se desbordan y deprimidos inundados cada vez que llueve, casas mal hechas y con materiales ordinarios e inadecuados, edificios pegados y sobre tierras débiles (las fundaciones valen más que la obra), calles que se hunden o tienen el piso torcido, desmesuras vehiculares (motociclistas que van por las aceras y vehículos que no respetan semáforos), abusos permanentes en los precios de los productos, emisoras con programas de pésima calidad alardeando de su vulgaridad, celulares repletos de noticias falsas, gente que se parquea donde le da la gana, contaminación creciente que no hace caso de alarmas, huecos que duran meses sin que los reparen, indigentes más sucios que cualquier animal, ratones que se apoderan de los parques y ya comen hasta cucarachas y grillos, ruido por megáfonos y parlantes (a cualquier hora del día); en fin, la ciudad se desordena, la seguridad se minimiza y el gobierno imita los pasos de Calígula.

Tomás Moro escribió Utopía, no solo como un ensayo del buen gobierno y el bienestar de las gentes, sino también para denunciar el estado en que había caído la Londres de Enrique VIII, donde bastaba dejar un fósforo encendido cerquita de una miasma para que media ciudad ardiera y el fuego consumiera las basuras que tiraban por las ventanas al grito de ¡agua va! (defecaciones variadas, micciones abundantes, vómitos, comida podrida), calles mal hechas cargadas de olores diversos, prostitutas y ladrones, negocios turbios (tabernas, casas de usura y de juego), aquelarres de brujas y plazas y callejones en los que había que saber pisar para no hundirse en quién sabe qué porquerías. Así que Moro escribió Utopía para protestar mostrando lo contrario a lo que no se vivía: gente limpia, bien alimentada y con un gobierno sin corrupciones. Esto asustó a muchos.

Ciudades perfectas no hay, pero sí existen ciudades mejor gobernadas que tienen como base la educación ciudadana, la salud pública, el control de vías y construcciones, las normas ambientales y la proyección no solo técnica para un hábitat que, para como el mundo está, le da más importancia al crecimiento humano que al desarrollo en últimas tecnologías. De nada vale una ciudad moderna repleta de bits y algoritmos, sucia en cada rincón, sin cultura ciudadana y sin orden en las condiciones de vida. Una frase: hacer un mal ciudadano es fácil: ingréselo en el desorden para que produzca mayor desorden. Los seres vivos actúan según las condiciones habitacionales. Ojalá en estos calores haya cerebros frescos que entiendan esto.

Acotación: Las contaminaciones urbanas no solo son partículas en el aire o bacterias en el agua. También son los gobiernos desordenados, nepotistas, corruptos y vociferantes. Que valga de algo esta cantaleta 

José Guillermo Ángel

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