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Columnistas | PUBLICADO EL 25 mayo 2020

Si así es aquí, ¿cómo será en Venezuela?

Por Carlos Alberto Giraldo M.carlosgi@elcolombiano.com.co

Cuesta y duele ver las caras de desesperación y desesperanza que retratan las notas de prensa, y preocupan en extremo los mensajes de abatimiento que llegan cada día de nuestros círculos cotidianos. Si es así en este país que ha logrado un aceptable control de la pandemia, produce insomnio solidarizarse en la distancia con los venezolanos: sufren escasez severa de gas, energía, agua, gasolina, alimentos, medicinas y fuentes de empleo.

Es una existencia, como nación, cada vez más insoportable e insostenible. Describía un informe de TV esta semana cómo Chacao, que llegó a ser uno de los municipios más prósperos de Latinoamérica, está convertido en un reguero de lamentos y malestares. Casi nada se consigue, y lo poco que se ofrece, en las manos de los especuladores, está por las nubes. Sus habitantes relataban con nostalgia aquellos años de abundancia y no podían cortar sus lágrimas al ver cómo hoy prolifera la miseria.

Nicolás Maduro y su cúpula, por supuesto, no tienen respuestas ni atención para ellos, ni para el resto de un país con aquel rostro de fatiga.

Aunque el régimen se ufana de tener un eficaz sistema de pruebas para el coronavirus, ayer la ONU advirtió que el 98 % de los test oficiales son defectuosos. Solo el 2 % es confiable. Hay que proyectar el impacto que ello traerá en la expansión del contagio.

Entre tanto, Maduro se dedica a amenazar con pruebas balísticas y revistas militares para proteger barcos iraníes que llegarán a sus puertos. Una retórica maltrecha como siempre destinada a crear cortinas de humo sobre la realidad desastrosa que carga el pueblo venezolano.

El otro rostro decepcionante es el del liderazgo cojo y desgastado que ostenta Juan Guaidó. Una figura que funge más como un ventrílocuo de las diez voces disonantes de una oposición perdida en los laberintos de sus divisiones y discrepancias, sin identidad de metas de reconstrucción.

Si resulta tan duro ver a Colombia y otros países de la región desencajados y en la incertidumbre, qué puede pensar hoy un ciudadano de Venezuela sentado en ese parque de añoranzas, desazón y necesidades que es su país.

La gran pregunta que se hace el continente es ¿por qué no se revientan los diques que retienen tanto malestar? ¿Qué pasa con un pueblo que a pesar de sufrir tantos latigazos no se sacude, no se libera?

Ofende mucho más ver a unas Fuerzas Armadas venezolanas vendiendo el discurso de la defensa de la patria, para justificar su complicidad con un régimen mafioso, hundido en la corrupción y el desgobierno. Qué destino de penalidades terribles el de ese pueblo, durante el último lustro.

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