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Por Sergio Molina - opinion@elcolombiano.com.co

Sobre lutos, pésames y duelos

hace 2 horas
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  • Sobre lutos, pésames y duelos

Por Sergio Molina - opinion@elcolombiano.com.co

Mi abuelo guardó luto a mi abuela Inés por 18 años, ¡qué vaina!, tantos años, pensaba yo, sin embargo, cada quien da cuenta de cómo transita sus penas. «Luto», del latín luctus, dolor o aflicción, comparte raíz etimológica con «luctuoso», que refiere a algo triste, digno de llanto. Aunque no nos preparamos para el duelo, cuando este recae en otro, pensamos: ¿cómo me sentiría si me aconteciera en carne propia?, intento a veces vano de calzarnos la circunstancia ajena. Sabemos que vendrá, pero ninguna figuración es cuota inicial que allane lo que trae la ausencia y llamamos pena; una de las experiencias humanas más significativas. La literatura, la filosofía y la psicología, le han dedicado prosa, discernimiento y estudios. Representados por Shakespeare, son memorables el profundo dolor de Hamlet que llora la muerte de su padre y el dolor visceral del Rey Lear que pierde la razón por la muerte de su amada hija Cordelia. El duelo es una oportunidad para establecer la versión, resolver la pregunta, ¿qué pasó? En ese sentido, el médico, terapeuta gestáltico y escritor argentino Jorge Bucay (1949) dice que “el dolor es un amigo que requiere mucha atención ¡Dásela! Pasa a través de tu duelo, míralo de frente y pregúntale qué quiere de ti”. Sobre el duelo, Freud expone que “es un desapego de las marcas distintivas en virtud de las cuales el objeto perdido estaba integrado a la subjetividad”, agrega que los rasgos conferidos al objeto de amor son privilegios narcisistas. Confrontante.

En ocasiones, los lutos se aprovechan socialmente para protagonizar y “dejarse ver” antes que como muestra de una autentica solidaridad. El duelo colectivo se intenta conjurar con declaratorias de duelo, minutos de silencio, banderas a media asta y símbolos de recogimiento-colores-, en el atavío. El símbolo está definido como algo que remite a algo, se acostumbra el negro como símbolo del luto, sin embargo, en la Europa medieval, se usó el blanco, especialmente por mujeres jóvenes. Aún se acude a este color en rituales budistas de China, Japón e India.

Ya que estamos de duelo y luto, ¿cómo aprovecharlos? Bienvenido asumirlos como reconstrucción y restablecimiento, inflexión que permite reflexión (un antes y un después), el dolor plantea una reformulación y ello en sí mismo, es mucho. No en todos los duelos hay que llorar, la lágrima y el grito no son obligación ni signo de humanidad. Es evidente que el comportamiento del humano en el duelo, cuestiona la perspectiva y percepción sobre la vida, paradójicamente, el temor a la muerte propia y ajena algunas veces lleva al aprecio por la compañía y disfrute de los cercanos. El dolor de alma, además de íntimo y determinado en cada persona, es sin duda una oportunidad, el piso del que solo queda levantarse, la inminencia de que lo que sigue, es para allá. Aunque el duelo se aferre al pasado y al insoportable presente, permite de apoco asomarse al porvenir, otra paradoja solo verificable en el tiempo.

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Por Sergio Molina - opinion@elcolombiano.com.co

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