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Los que se van, los que se quedan

No sé si la pobreza argumentativa de esos comentarios daba risa o ganas de llorar. ¿En serio la solución es expulsar de la propia ciudad a los que no comulgamos con esa práctica?

15 de diciembre de 2024
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  • Los que se van, los que se quedan

Por Sara Jaramillo Klinkert - @sarimillo

En mi época de periodista me mandaron una vez en pleno diciembre a hacer una nota sobre los quemados con pólvora. Recuerdo que en el hospital hablé con un señor que tenía la mano vendada. ¿Por qué se quemó?, le pregunté. «Por pendejo»,

dijo. Después supe que había perdido dos dedos. Desde eso han pasado muchos años y, por increíble que parezca, la escena se sigue repitiendo, sigue habiendo gente de gustos primarios que goza produciendo y oyendo explosiones toda la noche, sigue habiendo gente que se quema. Antioquia, por lo general, exhibe las peores cifras.

Todos sabemos que tirar pólvora conlleva un alto riesgo de sufrir lesiones personales y generar incendios, que causa estrés crónico y daño auditivo en los animales, que los pájaros abandonan los nidos y mueren de infarto, que los perros y los gatos se estresan y se pierden. De verdad, me niego a creer que alguien, sin importar su edad y condición mental, no sepa lo nociva que es. ¿Por qué entonces la siguen tirando? La respuesta fácil ya la dio el señor de tres dedos: por pendejos. Pero creo que hay que ir más allá: tiran pólvora por egoístas, porque son incapaces de pensar en algo más que en ellos mismos y su disfrute, porque la compasión no está en su diccionario personal, porque ignoran que la clave de vivir armónicamente es detectar cuándo los gustos individuales afectan el bienestar colectivo. Hay que ser muy mezquino para celebrar a costa del sufrimiento de los demás.

Hace unos días, en una red social, un señor se quejó por el ruido de la alborada. La mayoría de la gente apoyó la queja, otros, en cambio, lo tildaron de amargado y le sugirieron que si no le gustaba el ruido entonces se fuera a vivir a otra ciudad, que en esta siempre se ha tirado y se va a seguir tirando pólvora. No sé si la pobreza argumentativa de esos comentarios daba risa o ganas de llorar. ¿En serio la solución es expulsar de la propia ciudad a los que no comulgamos con esa práctica? ¿En serio, en sus cabezas, la noción de disfrute es inconcebible, sin ruido, sin explosiones, sin trago y sin consideración por los demás? ¿En serio tiran pólvora porque es una tradición que viene llevándose a cabo desde hace muchos años? Entonces volvamos a fumar en los lugares públicos, a comprar esclavos y a evitar que las mujeres usen pantalones.

No espero que los que tiran pólvora me lean, pero, por si acaso, no me digan que me vaya a vivir a otra parte porque eso ya lo sé y es justo lo que estoy planeando. Es lo que pasa en los lugares donde la tozudez de ciertos ciudadanos es mayor que la capacidad de las autoridades para hacer cumplir las normas de convivencia. Se va la gente que sólo quiere vivir con tranquilidad y armonía y se quedan los que se quedan, los que se resignan, los que se acostumbran o los que no tienen ningún otro lugar a dónde ir.

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