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Por Rubén Darío Barrientos G. - opinion@elcolombiano.com.co

¿Y qué tal un papa joven?

hace 17 horas
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  • ¿Y qué tal un papa joven?
  • ¿Y qué tal un papa joven?

Por Rubén Darío Barrientos G. - opinion@elcolombiano.com.co

El término cónclave, se utiliza por antonomasia, para describir una reunión privada o una asamblea secreta. Ya en furor eclesial, significa tanto el lugar cerrado donde tiene lugar la elección del Pontífice como el Colegio de Cardenales llamado a elegir al nuevo papa. El primer cónclave de la historia, data de 1276 (el de Arezzo, con la proclamación de Inocencio V). La muy añeja figura, está otra vez en boga, ante la muerte de Francisco.

Se considera que esta elección es la más peliaguda de la historia, habida circunstancia de que se sentarán bajo confidencialidad 132 cardenales de todo el mundo para votar, provenientes de 71 países, desparramando falta de conocimiento entre ellos, por cuanto no han tenido ocasión de interactuar ni de conocerse. Obviamente, arrecia el proselitismo subterráneo. La mayor cantidad proviene de Europa (51) y le siguen Asia y América Latina (23 cada una). En otrora, prevalecían los italianos.

Para ser papa, de acuerdo con el Derecho Canónico, se necesitan tres requisitos sine qua non: Varón, bautizado en la iglesia católica y que no sea octogenario. El dato relevante es: no se requiere ser cardenal y ni siquiera obispo, es decir, podría elegirse a una persona que no estuviera en el epicentro de la reunión “bajo llave”, que prende motores el entrante 7 de mayo. Claro, que la probabilidad de que ello ocurra, está por debajo de cero.

De los últimos tres papas, el de menos edad fue Juan Pablo II (elegido a sus 58 años, quien duró 26 años en el pontificado). Luego sucedieron dos papas muy entrados en almanaques: Benedicto XVI, con 78 años (duró 7 años), quien renunció, y el mismo Francisco, con 76 años (duró 12 años). La edad ponderada elegible, se sitúa en los 70 calendarios. Pablo VI, en 1970, ancló la edad para deliberar, votar y ser elegido, en 79 años y 364 días.

Pero... ¿Qué edad podría decirse que refleja la inefable juventud vaticana? Yo diría que tener entre 55 y 58 años. En este cónclave hay un “sardino” de 45 años (Mykola Bychok, de Melbourne – Australia), sin ninguna opción. La iglesia, podría acudir a una verdadera estrategia, a una opción refrescante y de apertura, para llegarles más a los jóvenes. Casi que perpetrar un golpe de opinión de marketing papal, sin perder la línea meridiana de sus lineamientos y hoja de ruta.

Dicen fuentes vaticanas, que la elección de un papa debe aglutinar muchas canas, una edad avanzada y la confluencia de un trípode, como piedra angular: (i) profunda comprensión doctrinal, dominio de múltiples idiomas y capacidad para resolver conflictos teológicos, (ii) prudencia, serenidad y experiencia espiritual y (iii) duración no muy extensa del pontificado. Los más jóvenes duran más, es un apotegma que retumba. Y globalmente, estos supuestos se consiguen solo acumulando décadas.

Sin embargo, eso es rebatible porque hogaño la gente se prepara bajo los indicadores de mayor información, más globalización, internet a borbotones y una curva de aprendizaje más rauda. Eso es un reductor de edad y no se compara con lo de antes. No hay que ser viejos para exhibir competencias. Se debate en esta elección, una disyuntiva: la continuidad del gaucho o la llegada de otra onda religiosa. Seguramente el que gane, marcará con el número 7, pero se dilapidará la opción de cartas para jugarse con el 5 o con el 6.

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Por Rubén Darío Barrientos G. - opinion@elcolombiano.com.co

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