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Por Rubén Darío Barrientos G. - opinion@elcolombiano.com.co

¿Propinas o impuesticos?

Antes de expedir las facturas, los establecimientos tienen que consultar si se incluye la propina. No obstante, en muchos casos es letra muerta.

20 de julio de 2024
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  • ¿Propinas o impuesticos?

Por Rubén Darío Barrientos G. - opinion@elcolombiano.com.co

En Colombia, los meseros de restaurantes (que son el espejo de la costumbre), tienen tres ingresos básicos: a) el salario ordinario acordado con el empleador; b) la propina del 10 % que se reparte entre todos y que va a un fondo común (se conoce como “tronco”) y c) la propina directa que da el cliente por el buen servicio, que se llama comúnmente “repique”. Con relación al cliente, la sumatoria de gastos por saborear una buena (y no barata) comida, implica un egreso significativo. Veamos: se asume: a) el valor de la cuenta (que muchas veces es oneroso); b) el pago del IVA sobre ese sub-total; c) la asunción del 10 % de propina y d) el valor como retribución directa del servicio, que está al libre albedrío y que se le entrega al mesero que atendió. En resumen: otro impuestico escondido.

El 14 de septiembre de 2022, la Superintendencia de Industria y Comercio actualizó una circular de control sobre propinas, prohibiendo la expedición de prefacturas con su cargo. Así las cosas, los establecimientos antes de expedir las facturas, tienen que consultar con los “paganinis” si se incluye la propina. No obstante ello, lo de las consultas previas para incluir su monto, es en muchos casos letra muerta.

En inglés, se llama tips (to insure prompt service) y es obligatoria para choferes de taxi, maleteros, botones, camareros, porteros, meseros, los del valet, en fin, este pago extra es parte de la previsión en los bolsillos y billeteras. Estoy seguro de que, en los Estados Unidos, República Checa y Canadá, la recaudación de propinas supera al propio salario. Y el negocio es redondo para los dueños, dado que no necesitan pagar altos emolumentos a su personal pues éste se lucra efectivamente del alud de propinas infaltables. He ahí una postura repudiable.

Las propinas tienen su origen en los vails, pequeños regalos monetarios que los aristócratas ingleses daban a sus sirvientes a finales de la Edad Media. En Colombia, ha habido varios proyectos de ley que buscan que la propina se entregue directamente a los meseros. No ha prosperado aún. En Japón, China y

Dinamarca no existe esta tradición propinera y, de suyo, se considera una falta de respeto. En Francia las propinas están incluidas en la cuenta, por lo que no es necesario dejar más dinero. Tienen más anestesia.

Dejo constancia de que siempre incluyo propina, pero me he hecho dos reflexiones: (i) ¿Es razonable el cobro de la propina? He vivido en carne propia, lugares donde se compra la comida (para llevársela) sin ser atendidos y los personajillos han querido sumar propina, sin existir servicio real. Todo un lance, que hay que frenar y (ii) ¿Qué pasaría si al sentarse a la mesa, se le advirtiera al mesero de una vez, que no se va a dar propina? ¿Lo atenderían bien? No creo.

Si uno sumara todas las propinas que entrega en el año, vería las fauces de un impuestico. Y eso que, por esta tierra nuestra, no se asoma el diablo de un 20 %, como en otros países. La verdad es que el sistema de cálculo de la propina es injusto: se basa en la proporcionalidad de la factura. ¿Por qué no un monto apreciable, simplemente?

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Por Rubén Darío Barrientos G. - opinion@elcolombiano.com.co

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