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Columnistas | PUBLICADO EL 17 abril 2020

Retorno a la vida

Por María Isabel Gómez Arias

Universidad Pontificia Bolivariana

Psicología y Publicidad, semestres 5 y 7

mariai.gomeza@upb.edu.co

La muerte carga un reloj, y el tiempo que marca hoy, nos vino a recordar de forma descortés lo vulnerables y temerosos que somos frente a su fiel compañera, la vida, haciendo evidente lo incomprensible que es el fin y la tarea pendiente que tenemos de reconciliarnos con él.

Días y noches atrás estábamos viviendo la eterna dicotomía de deambular o habitar el laberinto llamado vida, pero curiosamente en él la sabiduría de vivir iba perdiendo 1-0 contra el capitalismo. Algunos apenas estaban iniciando el camino, otros nos encontrábamos caminando la senda elegida, unos terceros estaban próximos a llegar al centro y varios ya lo habían logrado. La rutina era la misma, el colegio, las universidades, las reuniones, las facturas, la tarjeta de crédito, el carro, los restaurantes, las fotos, las redes sociales, la apariencia; lo que nos hicieron creer aquellas manos y mentes invisibles que nos someten permanentemente a realidades imaginadas para beneficio de algunos, para la destrucción de otros.

Estábamos acostumbrados a la lejanía de la muerte y esta nos tocó la puerta para recordarnos su existencia; era frecuente ver la fluidez del tiempo pero este ávido de solidez decide detenerse bruscamente. Nos obliga a parar y devolverle la vida a los árboles, el agua, el aire, los animales, para ondear una bandera que lleva inscrita: “es tiempo de volver a lo básico, de retornar”. Esta irrupción nos obliga a girar y observar lo que se encuentra en el olvido; una casa grande o pequeña que no conoce la calidez de un hogar porque nunca estamos, porque no soportamos la presencia de hermano, papá o mamá; un carro de tantos millones, guardado, que ahora ya no sirve para andar ni para hacernos figurar; ropa, zapatos y maquillaje, reemplazados por la ropa cómoda que solo usábamos en casa. Volvemos a la cocina con las recetas de la abuela, a la tranquilidad de un domingo de juegos de mesa y un sábado de conversa, para dejar atrás el afán de la vida nocturna o la ansiosa búsqueda por encontrar el lugar más fotogénico de la ciudad.

Retornamos para darnos cuenta de lo simple que es la vida y lo cercana que es la muerte. Regresamos para abrazar al tiempo y al miedo. Volvimos al punto de partida, la vida.

*Taller de Opinión es un proyecto de
El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión
joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades
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